Madre no hay más que una, afortunadamente

Los que me conocen saben de mi veneración por mis padres y lo unida que me siento a ellos (tal vez demasiado, admitámoslo). Pero eso no impida que a veces desee echar a correr y huir a un lugar donde no haya un solo pariente, que debe de ser un lugar lejano y probablemente mítico. Uno de esos momentos fue ayer. Les pongo en situación: ayer, por segunda vez en unos siete meses, no diré tuve un día libre, pero al menos me ahorré el madrugón. Así que a las diez de la mañana hablo con mi madre, le comento que había pasado una noche un poco mala, que todavía no me encontraba demasiado bien, que tenía que hacer varias cosas, entre ellas limpiar las ventanas pero que no me veía con fuerzas.El caso es que me duché, me vestí, hice un amago de desayunar, ordené un poquito, fui a por el coche, fui a Correos a buscar una carta, volví a casa, y a las 12 y 15 viene mi madre a traerme una cosa. Bajo a buscarla y le vuelvo a comentar que sigo sintiéndome mal y que voy a pasar de limpiar las ventanas; bueno, pues ¿qué creen que me dice la buena mujer? ah, pero ¿todavía no las has limpiado? ¿No es como para pedir asilo político?