La máquina y la verdad

Mi madre cosía en casa, y se pasaba el día atrincherada detrás de la máquina de coser. La recuerdo siempre atenta a la costura, parando sólo cuando el dolor de espalda se le hacía insoportable; entonces se estiraba y miraba durante unos minutos por la ventana, sin decir nada, los ojos entrecerrados y la mano crispada apoyada en el alféizar. La abuela entonces le traía un té o un café con cereales, y a veces la miraba y entreabría la boca, como si le fuera a decir algo. Pero si alguna vez lo hacía era para preguntarle qué quería de cenar, o contarle el último chisme que había oído en el mercado. Mi madre hacía algún pequeño comentario o sonreía levemente, pero pronto levantaba la barbilla, un gesto que yo conocía bien y que era como el interruptor que la volvía a poner en marcha, a ella y a la máquina de coser.
Cuando venía del colegio yo me sentaba en la mesa camilla a su lado, merendaba y hacía los deberes, y las dos pasábamos la tarde oyendo en la radio programas de canciones dedicadas por amantes padres y esposos para sus seres queridos en el día de su onomástica, o cumpleaños. Pero a las dos nos gustaba sobre todo Elena Francis,y cuando empezaba el programa mi madre parecía coser con menos ímpetu y yo dejaba las cuentas y redacciones y me limitaba a hacer caligrafía o pequeños dibujos para adornar mi libreta de limpio. La abuela, en cambio, lo odiaba, y dejaba la calceta o el ganchillo y se iba a la cocina, a veces refunfuñando, a hacer que preparaba la cena pero sobre todo a escapar de historias que le quemaban por dentro.
Nosotras la escuchábamos embelesadas, sin hacer comentarios, aunque mamá ponía las caras apropiadas para cada ocasión, de pena, de rabia, tristeza o compasión.
Un día, la historia que contaban se hizo tan familiar que incluso mi abuela vino de la cocina para oírla. Hablaba de un hombre que se había casado y tenido un hijo, pero al poco de nacer se había marchado con otra mujer.Nada demasiado original, lo sé, pero algo en la forma de contarlo hizo que la abuela y mamá se intercambiaran una larga y triste mirada, hasta que la abuela, siempre a punto de decir algo pero siempre sin hacerlo, se retiró a su terreno, mascullando el consabido "todos los hombres son iguales". Mamá se inclinó hacia mí, y sobre la maternalmente falsa voz de la Doctora Francis, me susurró: "tu padre no era así, él nos quería, ella lo engatusó y él no supo decir no". Mientras sus labios me decían esas palabras tan trilladas sus ojos hablaban del dolor de alguien que sabía que estaba diciéndose una mentira, una mentira que era como una nana para acunar la pena y la rabia de una mujer engañada´desde el primer momento, abandonada sin ninguna posiblidad de poder rehacer su vida, y, por encima de todo, decepcionada de sí misma por seguir enamorada de su canalla particular. Y cuando estaba a punto de llorar, movió otra vez la cabeza y se pusieron en marcha, ella y su máquina, su corazón.

Noche de Reyes

Eran ya las once cuando Belén por fin pudo cerrar la peluquería. Todavía se veía alguna gente en las tiendas, por la calle, acarreando bolsas presurosos, más agobiados que felices, haciendo cálculos mentales acerca de los regalos que faltaban, quién se le estaba olvidando y qué podrían comprarles. Belén no tenía ese problema, así que se dirigió a la parada del autobús y se sentó, al borde del desmayo. Le dolían los pies, la espalda, la cabeza le estallaba y las varices parecían a punto de reventar; tenía 50 años, toda una vida de trabajo y un cansancio y una soledad infinitas. Y esa noche, con la sien apoyada en la marquesina, sentía que no podía más.
Había seis o siete personas más esperando el autobús, y todos parecían sentir más o menos lo mismo que ella. Se preguntó por qué alguna gente venía al mundo, y miró instintivamente al cielo. Y de pronto vio una luz brillante, la más brillante que había visto nunca que efectuó una rápida y limpia parábola y se dirigió directamente hacia ella. Le alcanzó en el centro del pecho e hizo que cayera fulminada en la acera. Los otros pasajeros, horrorizados, tardaron unos segundos en reaccionar, y ella se quedó un instante ajena a todo, sólo sintiendo como el resplandor recorría su cuerpo y se incrustaba en todas y cada una de sus células. Se sintió bien, se sintió fantásticamente bien, y se levantó de un salto para asombro de las personas que la rodeaban.Sonrió alegremente a todos, les aseguró mil veces que no necesitaba un médico, y se subió al autobús llena de una fuerza que probablemente nunca llegó a tener.
Una vez en su casa, se miró al espejo y comprobó que su piel resplandecía como el oro.Sus marcas de cansancio y la mayoría de sus arrugas se habían borrado y se dio cuenta de que por primera vez en muchos años no sentía ningún tipo de dolor. Buscó la botella de vino que había guardado cuando todavía pensaba que el futuro traería motivos para celebrar y se sirvió una copa. La bebió a pequeños sorbos en el alféizar de la ventana, mirando con esperanza hacia el cielo, hasta que de pronto la volvió a ver: era ella, su estrella, la estrella de Belén, así que comprendió que, finalmente, le había llegado la hora de alcanzarla.

Con la que está cayendo

Una de vampiros

Una vez satisfecha su sed, me miró casi con vergüenza:
- Lo siento, ya sabes, es mi condición...
- Y ahora la mía-dije- ¿Era eso lo que querías para mí?
- No. O sí. No. Pero tú ya sabías que era yo cuando viniste a mí. Realmente ¿qué esperabas? ¿Redimirme?
- Quizás -tuve que admitir- Pero mi estupidez no te hace a ti inocente.
- Pues yo creo que sí, o al menos tan culpable como tú. Te creías superior a mí, y por eso pretendías cambiarme, moldearme a tu antojo. Pero resulta que fui yo quien te cambió a ti.
Me eché a llorar
- Me has matado.
- ¡No!- gritó con rabia- En realidad te he dado la vida. Ahora eres eterna. Y tú llevabas una vida sin sentido, y ahora ya tienes un objetivo.
- ¿Crees que pasar la eternidad matando personas para chuparles la sangre es un objetivo?
- No se trata de chupar sangre. No lo entiendes. Se trata de adentrarte en el fondo de alguien para quedarte con lo mejor, con su esencia.
- Se trata de robarle el alma a otra persona- dije con desprecio- Además de asesinos, somos vulgares ladrones.
- Y, después de todo, ¿no es eso el amor?
Me miré en el espejo. Mi imagen se iba disolviendo como si se adentrase en una espesa niebla. Quise llorar, pero ya no tenía lágrimas. Así que me dispuse a vivir una eternidad sin mi alma. Tal vez no hubiera tanta diferencia.

Otro dibujito

Momentitos culturales: una vez más...

...ópera, que ya tocaba. Así, además, honro la figura de Joan Sutherland, que nos ha dejado hace unos días. Aunque confieso que esta versión del Dueto de las Flores de Lakmé no es la que mejor me suena (ya conocen ustedes mi ignorancia en este -y en otros- temas), creo que es una forma muy hermosa de terminar el día de hoy. Espero que les guste.

Las dos muertes de Lazarus White

Lazarus White murió a las doce menos cinco en la mesa de operaciones cuando acababan de implantarle un marcapasos. El brillante, tozudo y muy pagado de sí mismo doctor Godhead logró devolverlo a la vida tras 40 minutos de maniobras de resucitación, que le dieron una contractura de la que tardó 2 semanas en recuperarse y un prestigio del que nunca se desprendió. Lazarus estuvo 2 semanas en la UCI y 1 semana más en planta y volvió a su casa sin ningún tipo aparente de secuelas.
Pero no estaba bien. Se quejaba constantemente de frío y de rigidez en los músculos. Se pasaba las horas dormitando en una silla, completamente inmóvil, la mirada fija en un punto lejano. Su familia, asustada, lo sacudía para comprobar que seguía vivo: él se movía apenas lo mínimo, murmuraba alguna palabra y volvía a su estado de semi catatonia. Pasaba el día del sillón a la cama, comía cuando le obligaban a hacerlo, no hacía ningún tipo de actividad, no hablaba con nadie y nunca sonreía. Cuando se acercaban a él los demás sentían una extaña desazón, un escalofrío como el que dicen se sienten ante los fantasmas, por lo que todos trataban de evitarle.
Después de una peregrinación por todos los médicos de la región, cuatro años después su desesperada familia localizó al Doctor Godhead, que se había trasladado a una ciudad más importante y ocupaba un puesto acorde a su valía y ambición. Se estaba covirtiendo en uno de los más reputados especialistas del corazón, y entre sus compañeros y pacientes era tan admirado por su competencia como odiado por su arrogancia. Y aunque Lazarus formaba parte de un pasado que tenía superado por completo, aceptó consultarle: al fin y al cabo, era su obra. Era su resucitado.
Lazarus entró en la consulta acompañado de su esposa e hijo. El doctor Godhead levantó la vista de la maraña de papeles y sonrió satisfecho al ver el buen aspecto externo que tenía. Parecía que iba a incorporarse y decir algo pero Lazarus salió de su letargo y en una fracción de segundo se puso detrás del doctor y, cogiendo un abrecartas, lo degolló con un corte certero y limpio. Sin apenas dar tiempo a pestañar a sus asombrados familiares, y sonriendo satisfecho dijo, al tiempo que se clavaba el abrecartas en el corazón:
- No debiste hacerme volver.

Tarea de verano

La música de las fieras

Todo comenzó cuando la estrella del orfeón, el tenor Augusto, se quedó afónico. Esta era una contrariedad, sobre todo en aquella semana en la que tenían que dar nada menos que cuatro conciertos en distintos lugares. Pero claro, tampoco era ninguna tragedia, así que con gran confianza en el poder del conjunto se echaron a la carretera. Iban cantando alegremente Asunción, Asunción, echa un vaso de vino al porrón cuando el autobús dio un bandazo y se salió de la carretera. Un poco pálidos pero ilesos salieron a la cuneta y comprobaron que se habían pinchado tres ruedas. A las 7 de la mañana, y muertos de frío, esperaron y esperaron por el autobús de repuesto que les viniera a rescatar. Tres horas después, con el ánimo ya no tan exultante, reemprendían el camino , y esta vez no hubo canciones, a pesar de los intentos del incombustible Urrutia que empezó todas las canciones de carretera que en el mundo son.
Llegaron sin más incidencias al hotel, a las cinco de la tarde. El restaurante ya estaba cerrado, y unos hambrientos y malhumurados cantantes se dedicaron a instalarse en las habitaciones, comer chocolatines y chucherías y a esperar pacientemente la hora de la actuación. A las ocho, vestidos con sus túnicas azul turquesa, salieron en comitiva hacia el autobús. El autobús no estaba, naturalmente, porque tenía que cubrir otros servicios. Y ahí se fueron andando por la ciudad un ejambre de coristas, bastante cabreados y con poco sentido de la orientación. El director decía que por la derecha. Manolo, uno de los bajos, insistía que por la izquierda, que él ya había estado dos veces y conocía el lugar como la palma de su mano. El resto esperaba el desenlace de la batalla, algunos agitando sus vestidos, y otros saqueando una pastelería que se vio invadida por los más famélicos. Al cabo de unos momentos de tensión, se decidió seguir al director, que para algo era el director. A la media hora, este reconoció a regañadientes que era imposible que en aquella ciudad hubiera tres estatuas iguales, y que habían estado dando vueltas a la manzana. El bajo Manolo disfrutó su momento de triunfo, y con un gesto arrastró a sus compañeros a la izquierda. El trayecto acabó en la bodega Los Toneles, que era donde terminaba la calle.
La soprano Ermitas sugirió tímidamente preguntar a algún viandante la dirección, y al barítono Pepe fue encargada tan desagradable labor. Ofuscado tal vez por el acento local, o por los tres vinos que se había tomado de un tirón en la bodega, el hombre retransmitió las instrucciones de tal manera que se volvió a formar una mini guerra civil entre los partidarios de subir por la avenida y los adeptos a bajar hacia el río. Como el ambiente ya era francamente hostil, los escasos caminantes en aquel gélido día tuvieron la oportunidad de ver a un grupo de brillantes túnicas alzando la voz y no para cantar bonitas melodías, precisamente. Ante el alboroto se presentó un municipal, que condujo el rebaño al teatro, que estaba a unos escasos cincuenta metros. El espíritu de grupo estaba completamente muerto: las contralto Luisa y Fernanda no se hablaban, porque Luisa había insinuado que Fernanda tenía una voz muy desagradable; los bajos habían hecho piña contra los barítonos, a los que acusaban de boicotearles constantemente en las escasas ocasiones que podían lucirse. Y el director gesticulaba y gritaba con su desagradable voz, que por algo era director y no el cantante principal, que era lo que siempre deseó ser.
La actuación fue, sin embargo, memorable, aunque no por su brillantez, sino porque en mitad de La Paloma, cuando cantaban trátala con cariño que es mi persona, Fernanda le estampó la partitura en la cara de Luisa. Tratando de interponerse entre Luisa y Fernanda, la soprano Ermitas recibió una bofetada en cada carrillo; Urrutia, agarró por los cuellos de las túnicas a las luchadoras para separlas, y lo único que logró fue rasgar su ropa y dejarlas en ropa interior. Los horrorizados miembros del coro, que en ningún momento de la trifulca dejaron de cantar, formaron una especie de melée para ocultar a las avergonzadas contraltos, que habían recuperado su profunda amistad y se abrazaban estrechamente, tal vez para darse calor. Pero este espíritu de equipo no impidió que los bajos y los barítonos siguieran con una soterrada guerra, dándose codazos y pataditas en las espinillas. Y así, cantando lo de ay chinita que sí, ay que dame tu amor mientras avanzaban con pasos laterales, salió el conjunto del escenario, entre los aplausos (y las carcajadas, todo hay que decirlo) de un público entregado por completo.
Regresaron al pueblo inmediatamente, sin decir ni palabra durante el viaje. Al día siguiente, a la hora del ensayo, todos iban decididos a dejar el coro, excepto el tenor Augusto, quien creyó que la razón del desánimo general fue que su ausencia se había notado en demasía. Pero se encontraron a la secretaria Amanda desbordada, con una mesa llena de post it con propuestas de contratos, incluso de una discográfica. El director, que además de un experto músico era un hombre práctico, comprendió que habían encontrado un filón.
Y fue así como el orfeón Harmonia pasó a incluir en sus actuaciones las coreografías de pelea con semidesnudos incluidos, que le han hecho tan famoso.

El final de la temporada

- Cariño, ya te he dicho que no podemos quedarnos. Es la última fiesta de la temporada, no podemos perdérnosla.
Mientras me decía eso, se miraba al espejo y se dirigía una sonrisa de plena aprobación.
Yo no quéría quedarme con la nanny: era seca y aburrida, nunca quería jugar conmigo. En cambio mamá era genial, jugaba al fútbol, a las canicas, al escondite, a cazar ranas para poner en los zapatos de las criadas... Además, jugaba siempre en serio, no me dejaba ganar como papá cuando jugábamos a las damas. Pero nunca estaba en casa, siempre tenía que ir a una comida, a una cena, a una fiesta, a una tómbola de beneficencia o cosas así. Y yo me aburría soberanamente. Alguna vez le dije que quería tener un hermano, y entonces ella abría mucho los ojos y miraba a mi padre,como asustada. Mi padre intentaba bromear, diciendo que mejor contataban a un payaso para animarme o que me mandaría a un internado militar, donde tendría miles de hermanitos para jugar. Las bromas de mi padre nunca me hacían gracia.
Yo me estaba poniendo un poco pesado para que se quedaran, lo reconozco, y mis padres se estaban cansando de mí.
- Cariño: vamos a ir a esa fiesta. Sabes que papá se pasa el día trabajando, y yo estoy agotada ocupándome de esta casa tan grande, así que nos merecemos un poco de diversión.
Quise decirle que teníamos 4 criadas, un chofer, un jardinero y la nanny, que no podía estar tan agotada así, pero me mordí la lengua, porque sabía que eso no le iba a gustar.
- Además, necesitamos un poco de alegría en nuestras vidas. La guerra trajo tantas tristezas...
- La guerra hace años que se acabó, mami. Yo no había nacido todavía cuando se acabó.
- Hijo mío- dijo mi padre, poniendo su voz profunda- las guerras nunca se terminan. Sólo se toman un descanso hasta el próximo combate.
Como esto lo dijo mientras se ponía brillantina en el pelo y hacía mohines en el espejo, sonó tan falso como la moneda que usaba en sus tontos trucos de magia.La verdad es que tampoco le salía muy bien lo de ser profundo.
Me esperaba una larga tarde con la pelma de la nanny, que se empeñaba en que pasara el tiempo leyendo o pintando, cualquier cosa que no implicara moverme y molestarla. Y de pronto se me ocurrió quien me podía salvar:
- ¿Y por qué no llamamos al tío Enrique para que venga y hacemos una fiesta aquí? El tío Enrique es muy divertido. A ti te gusta mucho, mami. Siempre lo dices.
En ese momento se debió de clavar el broche que se estaba poniendo, porque se estremeció, y yo me quedé esperando que saliera sangre por el lugar donde se había pinchado, pero no. Papé la miró con la misma cara que ponía cuando el mozo de la cuadra donde iba a montar le saludaba con un apretón de manos. Ý a mí me dijo, con la voz de un hombre de hielo (si los hombres de hielo hablaran):
- Vete de una buena vez a tu cuarto. Estoy harto de ti y de tus lloriqueos. No quiero volverte a oír en un buen rato.
Y yo me fui a mi cuarto, porque eso sí le salía bien a mi padre, dar órdenes.
Desde mi cuarto les oí hablar, al principio muy bajo, poco a poco casi llegando a los gritos. Me puse a leer El guerrero del antifaz, al principio sin hacerle demasiado caso, pero poco a poco me fui enfrascando de tal manera en la historia que no oí cerrarse la puerta, ni arrancar el coche. Poco después entró la nanny. Se paró frente a mí, y yo ya me preguntaba qué habría hecho mal, cuando hizo algo que me sorprendió, se agachó a mi lado y me cogió la mano.
- Tu padre acaba de marcharse.
- ¿ Y mamá?
- No, tu madre se quedó.
No lo podía creer: ¡al final mamá se quedaba! Me levanté para ir corriendo a su cuarto. Podríamos jugar a las canicas, porque para el fútbol ya era tarde.
Pero la nanny me detuvo.
- No, no vayas. Tu madre se encuentra mal.
- ¿Qué le pasa?
- Le duele un poco la cabeza. - Como la mujer todavía tenía su mano sobre la mía, pensé que a lo mejor me estaba mintiendo. Tal vez el pinchazo del broche había sido grave. A lo mejor se lo había clavado en el corazón y...
- ¿Se va a morir?
- ¿Qué? No, claro que no, cómo se te ocurre. Se pondrá bien. Pero, verás, me pidió que te dijera que a lo mejor tu padre tardaba en volver.
- ¿Por qué? -eso era muy extraño, si sólo se iba a una fiesta...
- Tiene mucho trabajo, cariño- eso era más extraño todavía, ella nunca me llamaba así, es más, era la única que me llamaba Juan Manuel y no Juanito, como todos.-Y tiene que hacer muchos viajes. A lo mejor hasta tiene que irse al extanjero.
Me preguntaba qué iba a hacer papá fuera de España, cuando siempre decía que los extranjeros era unos cerdos, porque no nos querían.
- ¿Pero cuándo se va? ¿Ya hizo la maleta?
- No lo sé, Juanito. Me parece que no...
- Entonces todavía tiene que venir a recogerla. Cuando venga quiero decirle que me traiga un coche como el que le regalaron a Luis.
- Bueno, si viene él se lo dirás. Pero a lo mejor ya le lleva la maleta Pedro- Pedro era nuestro chófer. Me lo imaginé haciéndole el la maleta a papá, eligiéndole los trajes y las corbatas. Pero pensé que seguramente mamá, cuando se pusiera mejor, se lo haría. Al fin y al cabo, ella sabía donde guardaba papá sus cosas.
- Vale, entonces lo que hay que hacer es darle una nota a Pedro, para que se la dé a papá cuando le lleve la maleta- retiré mi mano de la suya para pasar la hoja de la revista. El guerrero estaba a punto de matar a unos cuantos moros. Esto se estaba poniendo interesante.
La nanny se quedó un ratito mirándome, y me parece que suspiró cuando salía. Yo acabé la historieta, y me puse a dar vueltas por la habitación. Todo era un poco raro, porque hacía unas horas mis padres estaban a punto de ir a una fiesta a la que mi madre estaba loca por ír, y ahora resultaba que ella se quedaba en casa y mi padre se iba de viaje. No tenía sentido.
Me acerqué a su cuarto y ya iba a entrar para que ella me explicase, cuando oí que lloraba histéricamente. También oí la voz de la nanny que trataba de consolarla. Me pareció que si entraba a lo mejor me iba a echar la culpa a mí, por haberme puesto tan pesado y provocarle dolor de cabeza a ella y hacer marchar a mi padre al extranjero, nada menos. Así que me fui para la habitación, me acosté, y aunque no había cenado, me quedé dormido. Soñé que mi padre se subía al coche de juguete de Luis, y decía adiós a mi madre, mientras ella intentaba detenerlo sujetando el espejo retrovisor, que se rompió.
Al día siguiente mi madre desayunó conmigo. Tenía los ojos rojos, pero parecía más tranquila. No habló mucho, pero me dijo que no me preocupara, que Pedro ya le había llevado la nota en la que le pedía el cochecito. Unos meses más tarde, justo el día de mi cumpleaños, llegó un paquete a mi casa para mí. No era igual al de Luis, pero se le movía el volante y las puertas se podían abrir. Mi padre me mandó una carta diciendo que no podía venir, que estaba muy ocupado en Casablanca o algún sitio así.
Lo mejor fue que mi madre me regaló una bicicleta, y el tío Enrique una espada casi igual al la del Guerrero del Antifaz, aunque no cortaba. Vinieron muchos niños y me trajeron un montón de regalos. Fue un cumpleaños fantástico.

El mundo que yo no viva

Hoy he vuelto a oír esta canción, que hace años escuchaba al menos una vez por día. A los que no la conozcan, permítanme el placer de presentarles esta obra de arte con letra de Agustín García Calvo, y en las voces maravillosas de Mª Dolores Pradera y Amancio Prada:

Goteras

Se me han vuelto a abrir los grifos de mis ojos. Y lloro sin sentido ni medida, lloro, para mi desconcierto y vergüenza, en cualquier ocasión. Me seco con rabia las lágrimas, levanto orgullosamente mi mentón, y me pongo en marcha, otra vez. Y otra vez están ahí las malditas, empapando mi cara y mi ánimo. Y vuelta a empezar el proceso de secado-orgullo-marcha: es mi particular día de la marmota.
Definitivamente, tengo que ir al fontanero.

(Pongo las dos versiones porque, aunque la letra de la de Mónica Naranjo le va más al espíritu de lo que pretendo, Mina es Mina)


Milagros, Inc

- Buenos días- La mujer que estaba frente a mí era una mujer de "mediana edad", enérgica, corpulenta, con un aspecto pulcro y profesional- Después de una cuidada selección, se ha decidido que es usted merecedora de nuestros servicios.
-¿Perdón?
- Mi nombre es Gabriela Serafín -me extendió una tarjeta que centelleaba al moverse- Pertenezco a una Empresa de muy alto nivel, el más alto nivel,diría yo, y nos dedicamos a modificar aspectos concretos de la vida de las personas para que puedan reencauzarla y redefinirla. Pero, al contario de otras empresas de la competencia, no nos dedicamos simplemente a dar asesoramiento o pautas de conducta, sino que nos implicamos personalmente en su realización.
- ¿¿Perdón??
La mujer suspiró levemente y me explicó:
- Hago milagros.
- Milagros. Ah, qué bien. Bueno, pero creo que no necesito ninguno, ya hago yo bastantes cada día.
- Pues a mí me parece que necesita alguno. -miraba con ojo crítico mi aspecto descuidado y la ajada entrada de mi casa.
-No. Muchas gracias. Verá, es tarde y tengo muchas cosas que hacer.
- Estoy segura de que usted necesita un milagro.Seguramente más, pero sólo podemos realizar uno por persona. Política de la Empresa . Nuestros técnicos en selección son muy precisos, y la eligieron a usted de entre una lista casi interminable de potenciales receptores de nuestros servicios.
- No quiero nada, ya se lo he dicho.
- Quizás piense que el precio sería prohibitivo, pero no se preocupe por ese aspecto: nuestra Empresa lo único que pide a cambio es que usted le haga un poco de publicidad. O sea, que nos alabe ante sus vecinos y amigos, que cante nuestras virtudes... marketing viral. Por ejemplo ¿no querría perder peso?. Eso siempre es muy llamativo. Yo sí querría- dijo, mientras se miraba con aire triste- Pero no se nos está permitido interactuar con nosotros mismos. Ya sabe, normas de la Empresa.
La miré con ojos asesinos.
- Estoy a punto de dejar a mi esposo. No tengo dinero. No tengo trabajo. Me van a echar de mi casa por no pagar el alquiler. Mi perro se mea en las alfombras. Afortunadamente, no tengo hijos, porque si los tuviera seguramente me maltratarían. ¿Y cree usted que me preocupa estar gorda?
- ¿Lo ve? Usted necesita mis servicios. Piénselo por un momento: si pudiera pedir una sola cosa ¿qué sería?
Cerré los ojos, resignada, y medité por un momento. Bueno ¿por qué no?
- Bailar.
- ¿Cómo?
- Querría bailar. Como en Mira quién baila, pero bien. ´
- ¿Ese sería su deseo? ¿De entre todos los posibles? No creo que vaya a cambiar su vida en nada. En realidad, ni siquiera creo que se le pueda definir como un milagro.
- Usted no me ha visto bailar ¿verdad?
Le hice una demostración. La mujer me miró y asintió.
- Bueno, si ese es su deseo, así sea. Si es tan amable de firmarme la aceptación de contrato y la hoja de servicio, daríamos por finalizada nuestra intervención.
- Pero ¿ya está?
- Sí, claro.
- ¿Y cómo sé que está hecho? Porque no veo nada milagroso en mí.
- Ya le adevertí que no iba a cambiar nada. El traje de lentejuelas no va incluído. Recuerde, un solo milagro, la po...
- Política de le Empresa, lo recuerdo. Pero ¿cómo sé que no me ha estafado?
- Simplemente, baile- Dijo, encogiéndose de hombros mientras ordenaba sus papeles.
Y empecé a bailar. Al principio tímidamente, pero después de los primeros pasos mis pies tomaron vida propia. Hice piruetas de danza clásica. Bailé rock, break dancing, tango, minueto. Bailé el kasachock y los pajaritos. Bailando le firmé los papeles, bailando entré en casa. Bailando dejé a mi marido y me dediqué a ir a los clubs de jubilados y a bodas y banquetes, y conseguí ganarme la vida. Encontré un nuevo marido (en paz descanse), un bailarín compulsivo como yo, con el que recorrí el mundo ganando concursos de baile de salón. Mi vida a partir de entonces fue muy divertida, aunque debo reconocer que ahora, tras veinte años bailando sin parar, estoy un poco cansada, pero no lo puedo evitar: oigo un poco de música y se me van los pies. Alabada sea la Empresa.

Historias particulares, IV

"El hijo de mi prima enfermó de leucemia. Tenía apenas 9 años. Sus padres, su familia y amigos e incluso los médicos se conjuraron para evitar que se enterara de nada de lo que le pasaba. Porque era incurable. Nadie mencíonó nunca la enfermedad en su presencia, y trataron de que su vida fuese lo más normal posible, se mostraban alegres y vitales para que fuese feliz. Hacían excursiones, jugaban muchísimo e incluso fueron a Disneyland. Y al cabo de unos meses todo se acabó. Todo. Les quedó el pequeño consuelo de recordar su cara de la alegría durante ese proceso. Siempre estaba sonriendo.
Un tiempo después, cuando consiguieron armarse de valor, decidieron ordenar su habitación, guardar su ropa y demás. Y en el fondo del armario, escondida, encontraron un caja llena de artículos de periódicos y revistas referentes a la leucemia y a otras enfermedades infantiles. Nadie supo nunca de donde había sacado todo aquello."

Si yo tuviera el corazón...



...sería más o menos como este. Fisiólogos, patólogos, médicos, biólogos y demás expertos, por favor, absténganse de hacer comentarios y disecciones. Teniendo en cuenta que esas cosas me marean, he hecho lo que he podido.

"Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma"

Pues creo que debería tratar de buscar otro capitán que me sustituya porque no parece que sepa pilotar mi barco muy bien, la verdad: ni siquiera sé dónde tengo que ir, mucho menos cómo hacerlo.
Pero por si me puede servir de inspiración, aquí les (me, en realidad) pongo el poema Invictus, de William Ernest Henley, según la traducción encontrada en Esto va de lentejas, donde también pueden encontrar el original el inglés.

Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen,
por mi alma invicta.

Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.

La vida, nada más

Una de las cosas que más me intriga de mí misma es ese afán por aferrarme a personas que han sido parte de mi vida y que, de pronto, deciden desaparecer. Y no es que pretenda que las cosas sigan como siempre, porque sé muy bien que todo tiene un final, y que en gran medida he dado pie a que así ocurra. Pero no me resigno a perder totalmente el contacto con quienes han soportado mis quejas y lamentos, me han escuchado con paciencia infinita, me han aconsejado y reñido en ocasiones, han secado mis lágrimas y reído mis risas. Y aunque lo sensato sería simplemente olvidar, me obstino en lo contrario, y de una forma que a veces se podría calificar de humillante sigo buscando asegurarme de que la vida les trata correctamente. Y aunque mi orgullo se resienta cuando intento comunicarme y me ignoran o incluso a veces parezca que me desprecian, encuentro más digno seguir intentando, cada tanto, arañar un minuto de su tiempo. Porque no quiero perderme la oportunidad de volver a ver,por un segundo tan sólo, ese corazón tan extraordinario con cuya visión me honraron una vez.

Detalhes

Historias particulares, III

"Mi madre me llamó, serían las seis y media o siete de la mañana. Me dijo: 'tu tía se está muriendo, ven cuanto antes'. En un momento, nos quedamos solas con mi tía mi madre y yo, pues los demás habían salido a intentar coger fuerzas para soportar su agonía. Mi tía miraba fijamente a mi madre con una expresión que jamás olvidaré, exhausta y asustada. Mi madre le acarició y le dijo: 'te queremos mucho ¿sabes? mucho. Tranquila'. En ese momento volvieron a entrar todos, sin que les hubiésemos llamado. Al ratito, la respiración fatigosa cesó. La besamos todos deshechos en lágrimas, pero sin gritos ni histerias. Entraron una enfermera y una médica, que certificaron la muerte. La doctora se marchó sin dirigirnos una palabra y la enfermera nos dijo, con voz dulce, que iba a necesitar la cartilla y otros datos. Creo por primera vez en esa mañana dije una frase completa, y le pedí que nos dejara un poco más de tiempo. Nos dijo que cuando estuviésemos listos, sin prisas. Estuvimos un rato admirando a esa mujer extraordinaria que nos había dejado, y poco a poco fuimos yéndonos, cada uno aferrado a su movil para avisar al resto de la familia."

Historias particulares, II

"Tenía 17 años cuando me fui a Brasil. Mi padre tuvo que pedir prestado para que yo pagase el billete. Hasta la maleta era prestada. Llegué a Río con la única referencia de un vecino de un pueblo cercano. Conseguí empleo como lavaplatos en un restaurante, pero apenas me llegaba para pagar el alojamiento y el transporte, aunque me daban la comida. Y conseguí otro empleo por las noches, y, en el peor de los casos, tenía resueltas las cenas. Pero había un problema: los restaurantes cerraban el mismo día. Así que conseguí otro trabajo, en el que no me pagaban pero podía comer allí. Mi obsesión era ahorrar dinero para que mi padre pudiese pagar la deuda. Creo que el día que lo conseguí fue el más feliz de mi vida."

Historias particulares, I

"Apenas recuerdo nada de mi niñez: a mi tío llevándo por una corredoira a caballito. Y el día que mi padre me llamó y me dijo: 'Mariquiña, cuando llegue tu madre dile que me fui a Madrid ¿te acordarás?' Le dije que sí, muy seria. Tendría 5 o 6 años. Cuando mi madre llegó, me acordé de decirselo. Mi madre no dijo nada. Nunca más volvía a verle, ni a saber nada de él. A los pocos años se murió mi madre, y me fui a otro lugar a vivir con unas tías. Nunca me contaron nada; había que trabajar, no había tiempo para nada más. En realidad, nunca hice otra cosa en mi vida que trabajar. Me casé, tuve hijos, y prácticamente no salí del pueblo, salvo, creo para ir al hospital y a la boda de alguno de mis hijos. Este año le dije a mi marido que quería ver a mi tía, para que me contase algo de aquello. Mi marido se hizo el remolón, pero conseguí que mi hijo aceptara llevarme. Después mi marido dijo que me llevaría él, pero yo no quise. Fuimos al lugar donde está ahora, pero es mi mayor y se le fue la cabeza, así que no me dijo nada. Después convencí a mi hijo de que me llevase a la aldea donde nací, a la que no había vuelto jamás, a pesar de que está tan cerca que podía verla desde el otro lado del embalse. Al llegar allí, me di cuenta de que no reconocía nada, y la gente que ahora vive en la que fue mi casa no pudieron darme ningún dato. Cuando llegamos a casa, era casi de noche, y me fui a la cuadra a ordeñar vacas."

La noche oscura del alma

Estoy a punto de cumplir 45 años. Tal vez por eso, o tal vez por mis circunstancias actuales, mis fantasmas vuelven a rondarme esta noche. Aunque, por supuesto, a lo largo de mi vida ha habido momentos maravillosos, estos se mezclan entre sí hasta diluirse casi por completo y los que se empeñan en volver hoy,completamente nítidos, son los amargos. Y ha habido tanta muerte a mi alrededor, especialmente durante la época central de esos años, que resulta terrible enumerarlas: a un tío mío lo mataron, dos se suicidaron, un primo, un niño adorable de apenas seis años murió en un estúpido accidente con una ventosa de un juguete,otros se mataron en accidentes de trafico, de trabajo, y otros después de luchar contra enfermedades largas y dolorosísimas, que minan tu resistencia porque no hay nada más frustrante que ver sufrir a alguien sin poder hacer nada... Y, sin consecuencia de muerte, intentos de suicidio que hicieron que perdiera completamente la fe en mí misma por mi ineptitud a la hora de ayudar a esas personas que tanto lo necesitaban. Un ictus que afectó a un tío mío, hombre enérgico donde los hubiera, y que ahora tiene serios problemas para comunicarse. Otra tía lleva muchos años postrada, con un alzeimer que se le desarrolló a los treinta y pocos años. Y amigos, también casi familia, que se fueron cuando todavía tenían toda la vida por delante. Sigue habiendo, además, gente luchando contra enfermedades crueles y constantes. Además he sufrido el dolor de separaciones traumáticas, de peleas familiares, de accidentes con secuelas y sustos, de varios casos de depresiones, de crisis de todo tipo, de la lejanía física de seres queridos, del olvido, traición o desdén de quienes consideraba que siempre estarían a mi lado. He visto apagarse a personas brillantes, que se convirtieron en la sombra de lo que eran. En definitiva, miles de grandes y pequeñas tragedias que se fueron acumulando en mi alma y que se reflejan en el rictus de mi cara y en lo opaco de mis ojos.
Pero sé que amanecerá, y lograré recordar que por cada muerte, cada enfermedad, ha habido un nacimiento y una persona que he visto desarrolarse y convertirse en un ser humano bueno y generoso. He visto nacer ilusiones, matrimonios que perduran y se aman a pesar del tiempo y la rutina. Algunos casi delicuentes terminaron siendo abnegados padres de familia, dedicados por entero a hacer de sus hijos personas de bien que mejoren el mundo que les dejamos. También hay hijos entregados y agradecidos, que se sacrifican para cuidar y acompañar a sus padres en su vejez. He visto reconciliaciones que se creían imposibles, la fidelidad de amigos de toda la vida, y gente alegre, amable y valiente que no se deja vencer por las dificultades. Así que tengo que optar por inclinarme por este lado de la balanza y dejar que la esperanza se instale mí. Porque sé que eso es lo más importante de nuestra vida: la posibilidad de renacer cada día.

La letra A

La maestra paseaba entre los pupitres mientras dictaba: “Ana ama a su mamá. La casa de Ana es grande”. Cuando llegó a mi lado, se paró.
- No, la a no se escribe así. Fíjate en el encerado, tienes que hacerla igual
Yo las veía iguales. La maestra empezó a impacientarse, y me tomó mi mano entre la suya:
- Así ¿ves? aaaa . Ahora hazla tú igual.
Volvía a hacer mis aes, todos exactas a las de la maestra y el encerado. Y la maestra ya estaba francamente irritada.
-¡NO! ¿No ves que así no es? ASÍ es como tienes que hacerlas
Mis compañeros empezaron a acercarse, miraban la libreta y se reían burlones. Después de más broncas y muchas aes, sonó la sirena.
La maestra me acompañó a la salida y llamó a mi madre.
- Su hija no hace bien la a.
Mi madre se sonrojó:
- Bueno, todavía es pequeña, está aprendiendo…
- En realidad- dijo la maestra tajante- creo que no quiere hacerlas bien.
Mi madre se sonrojó todavía más, y me arrastró hacia la acera mientras mascullaba:
- Yo la enseñaré, no se preocupe, mañana verá qué aes tan bonitas hace.
Nos fuimos para casa, y sin darme la merienda mi madre se puso a enseñarme como se hacía una a perfecta. Al principio con cariño, pero a medida que pasaba la tarde, con franca impaciencia. Cuando llegó mi padre, estaba llorando.
- Tu hija no sabe hacer la a.
- ¿Qué?
- Pues eso, que tu hija no sabe hacer la letra a.
- Pero a ver, ¿cómo no va a saber hacer la a? ¿las otras letras las sabe hacer?
- Sí, las otras sí.
- ¿Pues entonces? Creo que eres una exagerada. A ver, cariño –me dijo- hazme una preciosa y enorme a.
Yo, viendo que por primera vez en la tarde alguien me comprendía, le hice la a más bonita del mundo. Mi padre palideció:
- Pero ¿eso qué es? No, eso no es lo que te pedí. Mira, yo te hago una aquí, y tú sólo tienes que copiarla.
Y yo le hice una, diez, doscientas todas perfectas, modélicas, iguales y hermosas. Mi padre estaba fuera de sí.
- Pero ¿qué le pasa a esta niña? ¿Es tonta o nos toma el pelo?
Mi madre sollozaba:
- ¿Qué hemos hecho, qué hemos hecho para merecer tal castigo?
Me llevaron a psicólogos, psiquiatras, médicos de todas las especialidades, los mayores especialistas en enseñanza, brujos, chamanes. Hasta que se rindieron,todos, y se resignaron a soportar mi excentricidad.
Hace muchos años que ante los demás no escribo nada a mano. Mi firma es un trazo ilegible, y si alguna vez intentan hacerme escribir algo pongo alguna excusa, digo que no llevo las gafas o directamente que no sé leer. Solamente en mi casa, a salvo de miradas extrañas, lleno cuadernos de aes perfectas, modélicas, iguales y hermosas, como lo han sido siempre.

P.D.:

No me salió bien. Qué le vamos a hacer.

Yo sí me acuerdo

De todo y de todos.

Alea jacta est

Dentro de una semana se habrá terminado esta etapa. Para bien o para mal. Después de casi nueve meses casi narcotizada por este casi objetivo, tendré que enfrentarme a una nueva vida, una vez más. No sé cuál será el resultado, pero sea el que sea ya no tendré el escudo protector de la posibilidad, ya habré pasado a otro nivel, con sus dificultades y oportunidades nuevas. Ojalá pudiera decir que seré más sabia y mejor, más valiente y decidida, más feliz en definitiva, pero, de momento, lo único que espero es saber orientarme en el nuevo mundo que me toque vivir. Con eso me conformo.

Y, por supuesto,

un año más esta bitácora quiere desear a sus estimados amiguitos y visitantes ocasionales una muy feliz Navidad y un año 2010 lleno de oportunidades para ser mejores y más felices.

Tatuaje

Un hombre enamorado puede llegar a realizar las cosas más sublimes, pero también las más ridículas. Y la que él hizo fue de estas últimas: para demostrarle su amor se hizo un tatuaje, a pesar de que siempre había dicho que le horrorizaban. Pero después de una noche de amor febril, todavía embriagado de felicidad,pensó que tenía que guardar ese día para siempre. Y lo mejor que se le ocurrió fue hacerse grabar un corazón a tamaño natural, sobre el mismo lugar que ocupa el real. Le explicó su idea al tatuador, y este en seguida hizo un boceto que le gustó, un dibujo realista,con sus venas y arterias, de un rojo intenso, envuelto en una banda azul con la fecha de aquel día tan especial, y atravesado por una flecha formada por el nombre de ella.
Se arrepintió al primer pinchazo, tanto que a punto estuvo de salir corriendo. Por dignidad no lo hizo, y aguantó horas el dolor, intentando portarse como un hombre y no llorar. Cuando por fin terminó todo estaba al borde del shock, así que prácticamente no miró como había quedado: le dijo que le encantaba , pagó la pequeña fortuna que le cobró y se fue a dormir después de tomar dos aspirinas y un whisky, él que nunca bebía. Durmió 18 horas, inquieto y dolorido, y soñó que le daba un infarto y que los médicos intentaban curarle poniéndole las pinzas de una batería de coche en los pezones
Se despertó y todavía aturdido fue a mirarse con detenimiento en el espejo, y tuvo que reconocer que aquello era una obra de arte, pero demasiado grande, demasiado brillante. Y cuando con gran vergüenza, se lo mostró a ella, la vio dar un respingo casi impercetible, como una especie de movimiento de huída, aunquer al instante reaccionó y le dijo que era precioso, y le besó tan dulcemente que él decidió que, definitivamente, había sido una buena idea, después de todo.
Pero un amor tan apasionado no dura eternamente,porque su intensidad es devastadora. Después de un tiempo, cuando él se convenció de que ella no iba a volver, empezó a molestarle llevar aquel recuerdo cruel en la piel. Y pagó otra fortuna, y pasó por otro pequeño calvario para borrar con láser su corazón de tinta. Le quedó una zona roja y ligeramente arrugada por el pecho, de buen tamaño, que él se tomó como un aviso del peligro de enamorarse estúpidamente, así que sus relaciones pasaron a ser rápidas y superficiales, para evitar que le arañaran en lo más mínimo.
Y todo iba bien, más que bien pensaba él, hasta que empezó a soñar con ella. La primera noche fue un sueño corto y ella era casi un personaje secundario. Aun así, cuando se levantó se sintió extraño, y cuando se estaba afeitando se fijó en que en la zona del pecho se notaba una ligerísima sombra en el lugar donde había estado el tatuaje. Se dijo que estaba desvariando y no le dio más importancia. Unos días más tarde ella volvió a sus sueños, esta vez como protagonista absoluta, en todo su esplendor y él se despertó sobresaltado sintiendo una presión intensa en el pecho. Se fue a mirar en el espejo, y ahí estaba, otra vez, el antiguo tatuaje, brillante y enorme, las letras de la flecha más nítidas incluso que antes. Volvió al médico que se lo había borrado, y este no daba crédito. Le dieron más láser(más dolor, aunque al menos esta vez no le cobraron tanto), y el pecho se quedó más arrugado y enrojecido que de la otra vez, pero otra vez sin dibujo.
Las semanas pasaron y todo fue bien, el corazón no apareció y él se tranquilizó, aunque para evitar problemas todas las noches se tomaba un somnífero muy fuerte, y así evitaba soñar. Volvió a sus noches de ligue, a las mujeres desechables, y su vida era tranquila, perfecta. Hasta que, naturalmente, ella volvió en sus sueños. Y volvió cuando él estaba durmiendo en la cama de una chica que había conocido esa mismo noche; la pobre se puso a gritar cuando se despertó deslumbrada por un enorme resplandor que salía del cuerpo de aquel hombre. Él se asustó también al ver retirar las sábanas y ver su tatuaje tan encendido, como si a su corazón verdadero lo hubieran iluminado por dentro.
A partir de ese día, ya no pudo librarse de él. Le dieron más sesiones de láser hasta que dijeron que era imposible dar más sin causar daños irreversibles. Pensó en hacerse un injerto de piel, pero tendrían que sacársela de los dos muslos y tampoco estaban seguros de que no se viera igualmente a través de la piel nueva. Para evitar que su resplandor traspasara su ropa, se tuvo que agenciar una especie de chaleco antibalas, discreto pero incómodo y difícilmente explicable en un momento íntimo. Sus devaneos fueron a menos, y, llegado el caso, una vez cumplido el deber, emprendía una prudente huída para evitar dar explicaciones de aquel fenómeno extraño. Tomaba valium como si fuera agua para evitar soñar con ella, pues así el resplandor se mitigaba un poco y a veces incluso podía ir sin el chaleco. Pero la mayoría de las veces ella se colaba en sus sueños y hacía brillar su corazón.
Hasta que una noche , de repente, sintió un fortísimo dolor en el pecho. Se levantó angustiado, pensando en que le estaba dando un ataque,y cogió el teléfono para llamar a urgencias, pero cuando inclinó la cabeza vio que el tatuaje se había cuarteado y los colores diluído. Con el teléfono en la mano, los números a medio marcar, se quedó mirando desvastado aquellas manchas tenues; así supo que ella había muerto, o, peor aún, que lo había olvidado.

Basura

El otro día, hablando con una amiga, recordé un viejo bolero de Los Panchos que hacía siglos que no oía. Así que lo busqué en YouTube y hoy se lo traigo para que disfruten ustedes también de este amargo y bonito bolero.

El hada azul

Estos días me he acordado de Inteligencia Artificial ( Artificial Intelligence: AI), que creo que es una de las películas más angustiosas que he visto. Aunque no tiene demasiada buena prensa, yo sigo llorando con sólo recordar la escena en la que el pobre robot suplica durante toda la eternidad al hada azul que le transforme en un niño de verdad para que así su madre le quiera.Es tan desgarrador, patético, triste, deprimente,desesperanzador, me toca tantas fibras...

¡¡Contamos conmigo!!

Hoy voy a batir una marca personal:más de 100 horas sin salir de casa. Después, lamentablemente, tendré que hacer una pequeña interrupción, para gestiones inaplazables, pero se me darán otras oportunidades de conseguir mi objetivo que es lograr el Récord Mundial de Aislamiento Social Voluntario. Para ello seguirán siendo de inestimable ayuda todos aquellos que con su olvido, descuido y demás acciones u omisiones contribuyen a hacer de mí una atleta de élite del cocooning: a todos, gracias por su apoyo.

Poder y no poder

Soy una persona sin demasiada iniciativa, lo admito. Y no tengo una idea original ni en sueños. Sin embargo es algo que echo en falta a menudo, sobre todo en este momento. Cuando veo, o me imagino simplemente, las preocupaciones, el sufrimiento, los apuros y quizás necesidades que están pasando tanta gente, pero sobre todo la gente que quiero (y perdónenme la limitación, pero si pienso en términos globales ya termino enloqueciendo del todo), me siento tan impotente, tan estúpida...A pesar de que le doy vueltas a la cabeza, maquinando una buena solución, un consejo estupendo o una orientación precisa, pues de ahí no sale nada, porque en realidad soy la primera necesitada de iluminación porque mi propia vida es penosa, así que de momento lo de orientar la de las demás queda descartado. Por la tanto, lo único ligeramente útil que se me ocurre es: sigo aquí, me ofrezco para oír, para los desahogos, para que me lloren o me griten si hace falta. No es mucho, pero a veces decir en voz alta (o por escrito) nuestros agobios sirve de catarsis, para recuperar un poquito las fuerzas y volver a la lucha. Porque, al final, al parecer sólo queda eso, luchar hasta el último aliento. Como decía Paul Simon en The Boxer :

In the clearing stands a boxer
And a fighter by his trade
And he carries the reminders
Of ev'ry glove that layed him down
Or cut him till he cried out
In his anger and his shame
"I am leaving, I am leaving"
But the fighter still remains

A por el segundo

Al parecer he logrado pasar la primera etapa de esa sádica gincana (por Dios, qué antigüedad la palabra gincana, qué mayor voy) que es aprobar unas oposiciones. Todavía no sé mucho más que he superado la nota de corte, lamentablemente del examen de consolidación, lo cual quiere decir que tengo enfrente una legión de interinos afilando sus cuchillos. Y falta aún otro examen tortuoso como pocos, pero yo me lo estoy tomando con una fe desusada en mí y trabajo con ahínco para lograr, al menos, cumplir con uno de mis lemas "dignidad, ante todo dignidad" y hacerlo lo mejor que pueda.
Sé que alguno de ustedes me han tenido presente en sus oraciones y/o en sus pensamientos, enviándome energía positiva que yo he podido sentir, y agradezco, de verdad, profundamente. Pero, aunque sé que es un abuso, les ruego, si no es mucha molestia,es decir, si pueden, si quieren, si tienen un ratito, si me hacen el favor... me dén un empujoncito más. Y así otra vez quedaré eternamente en deuda con ustedes, mi gente tan amable.

Mi reino

Muchos dicen que su patria es su infancia; pues bien, la mía es el Reino de los Sueños. Soy ciudadana de este territorio intangible, al que a veces no reconozco, a menudo no recuerdo y casi nunca comprendo, y allí vivo unas horas al día, feliz a veces, otras en cambio quiero huir de un lugar tan oscuro, lleno de monstruos, fantasmas y demás personajes que encuentran en mi país el lugar donde refugiarse y de vez en cuando dejarse ver en todo su tenebroso resplandor.
Pero en los Sueños es donde puedo ser reina y sierva, princesa y vagabunda, bufón y sabio, maestro y aprendiz. Allí vuelo, bailo, me teletransporto a lugares lejanos, me reencuentro con los que se fueron soltando de mi mano a lo largo del tiempo, construyo y destruyo sin remordimiento mis castillos y casitas, como cuando era niña y jugaba con el Lego. Allí estallan las palabras que oculto con avaricia en mi corazón, los secretos que yo misma ignoro se hacen tan visibles como un rótulo de neón. En algunas ocasiones de allí traigo el mapa de la ruta que debería seguir en mi viaje por el mundo que llamamos Real, pero no puedo fiarme porque no siempre es el mapa correcto. Allí están la gente que amo y otras a las que no conozco, disfrazados la mayor parte del tiempo, porque, en definitiva, mi Reino es un lugar retorcido, extraño, desconcertante, indescifrable y fugaz. Pero es´lo único verdaderamente mío que tengo y tendré jamás.

Hoy, ópera

Por ser el día que es, martes 13 de Octubre, dejo un regalito: José Carreras cantando el famosísimo Nessum Dorma, perteneciente a la ópera Turandot, de Puccini. El vídeo tiene un final un poco abrupto, pero tómenlo, si quieren, como una metáfora de la vida, en la que las cosas suelen terminar así.
Feliz día.

¿Por qué no te callas?

En el hospital, ayer por la noche, en la cortina de al lado atienden a un señor que se queja de dolores en el pecho.
DOCTORA: ahora le hacemos un electro, así que usted tranquilo, respire normalmente.
Un ratito después:
ENFERMERA: ¡Huy, qué mal!
DOCTORA: Huy sí, sí, ¡qué mal!
PACIENTE. (...)
(...?)
(...!)
DOCTORA : Ay no, no, lo de que mal es porque ha salido borroso el electro, no es que esté el cora..jeje,, bueno, ahora mismo se lo repetimos.

Afortunadamente, el hombre no tenía nada malo en el corazón.

La bota impar



Una bota en medio de la avenida es una de las imágenes más perturbadoras e intrigantes que se me ocurren. Un zapato perdido en la calle da lugar a numerosas preguntas: ¿cómo ha llegado ahí? ¿quién lo habrá perdido? si lo han dejado a propósito ¿por qué en medio de la calle, no en un contenedor, por ejemplo? y ¿por qué siempre un zapato, no el par?. Pero una bota ya es el colmo, porque las botas son difíciles de sacar,exige un esfuerzo y unas circunstancias adecuadas, con lo cual la pérdida queda descartada y dejarlas voluntariamente supone premeditación y alevosía... una cierta maldad, si me lo permiten.
La bota ahí sola, en medio de un lugar que no es de paso, es el símbolo del abandono, de la derrota, de la soledad. Ya no sirve para nada, porque le sería muy difícil encontrar una persona a la que le fuera útil; ha perdido su función, su trabajo que es el de proteger el pie en su caminar. Y, además, ha perdido a su cumpañera del alma, la otra bota, con la que estuvo siempre desde su creación, compartiendo caja, expositor, armario, cuerpo. Cuando caminaban, caminaban juntas, cuando descansaban, lo hacían juntas, cuando una resplandecía después un reparador cepillado, la otra también. Ahora terminarán su vida, una en la calle, víctima de las patadas de los gamberros que harán que, inevitablemente acabe siendo atropellada y la otra tendrá un destino similar. Pero aunque las dos son piel de vertedero, lo triste es que, pudiendo morir con dignidad y juntas, como estaban destinadas, lo harán completamente solas.

Vuelvo a casa

Me pensé mucho volver a escribir un post. Creía que había cerrado esta etapa de mi vida y que, al fin y al cabo, al mundo poco le iba a importar que se fuera consumiendo un blog más. Pero ¿saben? si al mundo no le importa, a mí sí. Me ha costado mucho esfuerzo comprender su funcionamiento, meterle las chorraditas esas que le pongo y tanto me gustan y pensar y escribir lo poco que he puesto. Pero sobre todo he pasado muy buenos ratos haciéndolo, e incluso he conocido gente estupenda entre los pocos de ustedes que se decidieron a hacer algún comentario. Así que, por todo eso, voy a volver a andar por aquí de vez en cuando, si ustedes me lo permiten y a mí se me ocurre algo mínimamente interesante.
Mientras tanto, les pongo algunos de mis dibujitos, de los que ya les he hablado anteriormente; por favor, antes de quemarme en la hoguera, tengan en cuenta que nunca había dibujado NADA anteriormente, creo que ni de pequeñita lo había hecho, así que sean buenos conmigo, please.

Obvio

Tengo lo que me he buscado, así que ¿de qué me quejo?

Garabateando

A través del libro de Betty Edwards Aprende a dibujar. Un método garantizado he descubierto que me apasiona el dibujo. Así que aquí estoy yo, llenando hojas y más hojas de garabatos, soñando en blanco y negro y con gente esbozada, como en el viejo video de A ha, que abajo les pongo. Lamentablemente, Dios me ha dado entusiasmo pero no talento, así que mis dibujos están como poseídos, porque me salen otras personas diferentes a las retratadas, pero parecen todos de buena familia y agradables, así que en conjunto estoy muy satisfecha. Y espero preserverar (que yo sé muy bien como terminan en mí estas obsesiones temporales) y ¿quién sabe? tal vez algún día lograré que, por ejemplo, mi dibujo del Dr. House se parezca a él y no al retrato robot de un asesino en serie.

Casablanca, 3.0

¡Qué triste destino el mío! Si el avión no hubiese tenido que regresar por la niebla, hoy sería la reina de Luxemburgo o de algún país de esos que están en los mapas pero que no sabes si existen en realidad porque ¿quién conoció alguna vez a un luxemburgués? ¿o a uno de San Marino? ¿ha estado alguien en Albania, por ejemplo? Bueno, el caso es que yo podría ser la primera dama de alguno de esos lugares, y ahora estoy tirada aquí, en Casablanca, junto al hombre más aburrido del planeta. Porque Rick es un tostón, yo no sé qué le vi en París, aunque juro que allí, ustedes no lo van a creer, pero ¡le vi reír a carcajadas! Y ahora ahí está, siempre con su café a vueltas, que no sabe hablar de otra cosa, que si no sabes quién estuvo el otro día, y que si tengo que comprar manteles nuevos, que si nos fríen a impuestos... Ah,y también habla del capitán Renault, que esa es otra, se han hecho uña y carne, a mí ya me da qué pensar, tanta amistad, tanta camaradería, pues por mí que se casen, si quieren, porque yo me voy. Ya no aguanto más esta ciudad, con tanto calor, moscas, esta gente tan... yo no quiero ser mala, pero yo soy de otra clase, ¡soy Ilsa Lund, joder!, no hay más que verme, mi estilo, mi educación, mi belleza no pegan con esta ciudad de... bueno, no voy a seguir que me pierdo. Yo me voy y dejo a Rick con su manía de usar chaquetas blancas, que no hago otra cosa que ir y venir a la tintorería, además de que ya no le sientan bien, porque ha engordado y todos sabemos que el blanco no favorece a los gordos. Y que se quede con Renault o con Mercedes Benz o con quien le dé la gana, y que le cante Sam As time goes by porque yo, si oigo una vez más esa maldita canción voy a hacer que se coma las teclas del piano, y el pobre Sam no tiene la culpa, él no hace más que decir: "esa no,jefe, si quiero le canto otra, no sé, la polka de la cerveza, es muy alegre, todo el mundo se pone a brindar cuando la oye, le vendría bien al negocio". Pero Rick dalequetepego con que le toque la misma, qué cansino es.
Pues aquí se pudran todos, yo voy a ordenar al servicio que haga mi equipaje y me largo en el primer avión que haya, intentaré buscar a Victor, aunque no creo que le haga especial ilusión verme, al fin y al cabo tampoco se entristeció mucho cuando me quedé en Casablanca, a él lo único que le importa es luchar por la libertad, que lo oyes y parece que él solito liberó Europa y parte del extranjero, y es gracioso, porque en realidad es un cobarde, si ve una araña y se pone a chillar como una nena.
En realidad creo que no me apetece volver a verle,creo que me voy a ir a Hollywood y hacerme actriz, que no sé por qué pero me parece que no se me va a dar mal del todo, ya me estoy viendo sobre la alfombra roja y recogiendo mi oscar, y hasta es posible que el discurso de agradecimiento lo termine diciendo "siempre nos quedará París" o algo así, que es una frase muy bonita y muy tierna, porque, eso tengo que reconocerlo, haciendo frases impactantes Rick era único, yo le tengo apuntadas varias, como la de "creo que es el principio de una hermosa amistad" o "de todos los cafés del mundo tenía que venir al mío", que la verdad es que ya fue casualidad, sí, mala suerte la mía, yo que ya me había olvidado de él me lo vuelvo a encontrar y me monto películas. Pero eso también ya pasó, yo ahora lo que quiero es tener mis propias frases, quiero ver mundo, ¡quiero ser YO! Bueno, o Ingrid Bergman, que tampoco está nada mal.

"A veces pienso mal"

Hoy les pongo un fragmento de la película argentina El Frasco. Yo me aplico plenamente la frase, pero en realidad sustituiría el "a veces" por "casi siempre".



Por cierto, y para aclarar las cosas, lo de "pensar mal" aquí no significa pensar aviesamente, sino de manera equivocada o directamente estúpida.

El invierno de nuestro descontento

Me has dicho que tu perro murió, ya hace un tiempo. Me he quedado helada, no sé por qué. Porque no lo había visto más que una vez ¿te acuerdas? Fuimos a la playa. Era un día frío y soleado de invierno, quedamos para pasear por la arena y lo trajiste para que jugara. Sabes que no me gustan los perros, pero el tuyo me cayó bien al instante. No sé, tenía una cara simpática, y parecía buena gente. Estuvimos correteando al borde del agua, de vez en cuando le tiraba un palo y él me lo traía. Si yo estaba distraída hablando contigo, él se paraba y me miraba muy serio y paciente, esperando que yo recogiese el palo y le acariciase, diciéndole lo listo que era; entonces inclinaba la cabeza,modesto, y esperaba otra oportunidad de demostarme que mis elegios los merecía plenamente. Cuando nos sentamos después de una larga hora de paseo y charla, con las chaquetas cubriéndonos por completo y con la respiración humeante, se puso a investigar los alrededores, y de vez en cuando nos traía algún tesoro recién descubierto: una madera finamente labrada por el oleaje, un pedazo de flotador, una cadena oxidada y un cristal brillante y hermoso como un diamante. Este me lo puso directamente en el regazo, y por la cara con que lo miraste no me quedó más remedio que dártelo, a pesar de que me hubiese gustado quedármelo.
Pero de aquella tarde en la playa sólo conservé el recuerdo, ni una foto que pueda dar una ligera idea de la belleza de aquel atardecer, con un sol como pintado a placer sobre un cielo de atrezzo. Tú ya ni vives aquí, ni casi te acuerdas de lo que era esa vida de paseos por la arena, las conversaciones sobre todo y nada, las cervezas en una terraza hasta que las manos no respondían por el frío, y las miradas confiadas. Y por encima hoy me cuentas que tu perro se murió. Y yo no he podido parar de llorar desde entonces, para tu desconcierto y el mío.

Sleepless in Coruña

No puedo dormir porque hay un elefante golpeando la chapa de un camión. Bueno, por el ruido que hace digo yo que es un elefante, aunque también podría ser la avestruz o el camello o alguno de los ponis enanos. O tal vez la mujer del forzudo lo haya dejado por el maestro de ceremonias, que como todos sabemos es el hijo del dueño, y el pobre hombre esté golpeando las paredes de su caravana para no matarlos a los dos. O los payasos estén borrachos, como acostumbran, y estén decidiendo en su estilo pendenciero habitual quién va a hacer de tonto en el próximo número. Es posible también que el trapecista esté ensayando un triple mortal dentro de su casa y se estampe contra la puerta cada vez. O que el malabarista tenga una mala noche y se le caigan sus trastos siempre. O puede que la troupe se aburra y, cogidos de la manito y completamente callados, se dediquen a dar saltos al unísono. El caso es que el ruido no me deja dormir, y si no duermo me da por pensar, y si pienso se me va completamente la olla, como ustedes mismos pueden comprobar.

Audis Q3

Según parece, la empresa automovilística Audi fabricará en la planta de Martorell los Q3. Sin duda es una excelente noticia, aunque yo creía que ya se fabricaban suficientes cutres en todo el país. Dada la calidad de la que hace gala la marca,doy por supuesto que los coches no harán honor a su nombre.

Difrerencias vecinales


En Lorca, Murcia, se puede ver esta curiosa conicidencia de ubicación de locales. Por un lado, los diabéticos asociados deben pasar cada vez por la dulce (y peligrosa) tentación, y por otra, los clientes de la chocolatería tienen ese permanente recordatorio de lo pernicioso que puede llegar el consumo del delcioso manjar. Me gustaría saber quién fue el último en instalar el establecimiento, porque o es un completo despitado o tiene una mala leche...

Siempre se vuelve al lugar del crimen

Pues sí, he vuelto. Me esperaban facturas, suciedad, burocracia y la cruda realidad. ¡Ah! y mis cuarenta y cuatro años, que estaban escondidos detrás de la puerta. En fin, amiguitos, que si pensaban que se habían librado de mí, ya ven que no es tan fácil. Y me alegro de su presencia, pues no me he olvidado de ustedes. Ahora sólo falta que se me ocurra algo que escribir, pero eso sería pedir demasiado.

Cerrado por vacaciones

Por unos días voy a cerrar la bitácora: después de una eternidad, me voy de vacaciones, cambio el Atlántico por el Mediterráneo y espero que me acompañe el tiempo tan magnífico que estamos disfrutando estas semanas. Trataré de callar un poco el runrún de mi cabeza, ponerme en stand by y, al menos aplazar mis problemas, así que me aplicaré la doctrina Scarlett O'Hara y ya lo pensaré mañana, ya se me ocurrirá algo cuando vuelva.
Tengan ustedes unos buenos días, sean buenos y no me desordenen mucho el patio. Quiero verles a todos cuando vuelva

De cafés y otras hierbas

Me he comprado una cafetera, de esas que hacen capuchinos y expresos y todo eso. El problema no es sólo que en mi situación no me lo puedo permitir, sino que no soporto el café. Sin embargo ¡me gustaría tanto que me gustara! Tomar una taza al desayuno, después de comer, quedar para tomar un café y hacerlo, literalmente. Y ya puestos querría también tener las convicciones políticas y creencias(o falta de ellas) tan absolutas que tiene la gente. Ver en la televisión los programas de máxima audiencia. Tener un perrito o un gatito o un canarito o un pececito. Salir de marcha hasta las tantas y disfrutarlo a tope.Tener un matrimonio,hijos, responsabilidades. Bueno, ya saben, no ir por la autopista y comprobar que todos los coches vienen hacia mí en dirección contraria. Así que he decidido empezar por lo del capuchino, que parece más fácil. Les mantendré informados.

Momentitos culturales 11: hoy sí, ópera

Les dejo esta mavilla, "Un bel di vedremo" de Madama Butterfly, de Puccini, en la versión de la inimitable María Callas. Les recomiendo que se sirvan una copa de buen vino ( por ejemplo el que me estoy tomando yo, un Laus, tinto de Somontano) y se dejen llevar por la emoción.



Un bello dia veremos levantarse un hilo de humo en el extremo confín del mar. Y después aparece la nave. Y después la nave es blanca. Entra en el puerto, truena su saludo. ¿Ves? ¡Ha venido! Yo no voy a buscarlo, yo no. Me pongo ahí, en lo alto de la colina y espero, espero mucho tiempo. Y no me importa la larga espera. Y, salido de entre la multitud de la ciudad, un hombre, un pequeño punto, sube por la colina. ¿Quién será?, ¿quién será? Y cuando esté aquí, ¿qué dirá?, ¿qué dirá? Llamará: - Butterfly- desde lo lejos; yo sin responder. Estaré escondida. Un poco por bromear, y un poco por no morir al primer encuentro. Y él, un poco ansioso, llamará, llamará; “Pequeñita, mi pequeña esposa, perfume de verbena”, los nombres que solía llamarme. Todo esto sucederá, te lo prometo. Guárdate tus temores, ¡yo con segura fe lo espero! (Traducción de la página de Carolina Camacho)

Crisis, primera persona singular

A mi amiga Loli la han despedido, a ella y a otra compañera. Ella llevaba un tiempo ya intuyéndolo, viendo el poco trabajo que tenían, pero una noticia así siempre es un mazazo espectacular para el que nunca se está preparado. Se suma a la gente que conozco que lo están pasando mal porque están en el paro, han tenido que cerrar sus pequeñas empresas, o que no ven claro que puedan encontrar trabajo: yo misma, sin ir más lejos. Y en mi entorno hay perspectivas ciertas de futuros cierres y despidos
Y sin embargo, en el fondo de mí hay una esperanza, una seguridad en realidad, de que Loli y los demás podrán, podremos espero, salir adelante, porque coraje y corazón hay a chorros. Y ese es el único secreto que existe.

La llamada que casi hice

- Policía local, buenas noches
- Ah, hola, buenas noches. Verá, le va a parecer un poco extraño, pero llamo porque, eh... bueno, no puedo dormir por los mugidos de una vaca. En realidad no son mugidos, son más bien bramidos, o cómo se llame.
- ¿Perdón?
- Sí, hay una vaca mugiendo desesperada y no sé..
- ¿En su casa? ¿ En el edificio? Una vaca
- No, claro que no en mi casa, en el campito que hay delante.
- Bien.
- Verá, sé que parece una tomadura de pelo, pero no lo es. El problema no es que yo no duerma, pero estoy preocupada por la vaca.
- La vaca, claro
- Por si le pasa algo, por si está enferma, o algún animal la está atacando, o...
- Ah, hay más animales
- Bueno, de vez en cuando se oye a un perro ladrar y a un burro rebuznar pero...
- ¿Y no oye alguna gallina cacarear o alguna rana croar?¿Algún lobo aúllar?
- (...) Mire, ya sé que cree que estoy loca. Lo pensé mucho lo de llamar, pero la vaca parece que está sufriendo tanto, son unos gritos desgarradores ¿no le ha llamado nadie más diciéndoselo? Porque se tiene que oír en todo el barrio.
- Pues no, fíjese, nadie se puso a llamar a la una y media de la madrugada para quejarse.
- Ya.
- Ya.
- Pero sin embargo, el sonido es espantoso, espere, pongo el teléfono para que usted lo oiga también
(...)
- ¿Lo oye?
- Pues no, lo siento.
- Pues se oye mucho, créame.
- Y en fin, señora, ¿usted qué quiere, al fin y al cabo?
- Ah, pues... no sé, si pudieran mandar una patrulla para comprobar que el animal está bien...
- (...) bueno, verá, esto es lo que voy a hacer: voy a enterarme de si existe una brigada de policías veterinarios o algo así, y mandarla para que averigüe qué le sucede al pobre bicho.
- Oiga, ya sé que le tiene que hacer mucha gracia, pero creo de verdad que le está pasando algo grave y es necesario hacer algo.
- No se preocupe, señora, vamos a desplegar todos los medios disponibles para evitar que la vaca sufra. Usted mientras tanto intente dormir. Le aconsejo que se ponga tapones en los oídos y se tome un calmante. O mejor dos.
- Pero yo...
- Muchas gracias. ¡¡Buenas noches!!

Tres segundos

Preocupada por mis cada vez más comunes lapsus, que hacen de una conversación conmigo un apasionante concurso de adivinación, decidí por fin que era hora de ir al médico. Así que por la tarde, a través de la maravilla de internet, marqué una cita. El problema es que hace un ratito me decía: ¿qué demonios hizo que me preocupara tanto como para no poder esperar al lunes? Tardé un cuarto de hora en recordar: ¡mi memoria!

Tempus fugit... ay ay ay

Quince días después del cierre, perdón , del inicio de mi nueva vida, sigo sin:_
- saber qué voy a hacer de mi vida
- ordenar todo el caos de mi casa y aledaños
- vender nada de lo que TENGO que vender
- dormir tranquila y relajadamente
- hacer vida social
- dinero
Pero lo que sí tengo son unas ganas locas de descubrir que yo, en realidad, soy una ?????? en potencia. Les agradecería sobremanera su ayuda para despejar las interrogaciones.

Miss Bean se presenta

El viernes,intentando un experimento culinario, logré quemar queso en el microondas. Antes de intentarlo, les advierto: niños ¡no lo hagan en su casa! El olor que deja es insoportable, parecido al que se produciría si quemasen un pollo vivo. He gastado un bote de ambientador, quemado velas, congelado por tener las ventanas abiertas, y nada.El microondas tendré que tirarlo, por supuesto. El sábado, intentando encender una vela, usé nada menos que seis cerillas, haciendo este proceso:
1- Enciendo una cerilla en la cocina
2- Lo llevo a la mesa de la sala
3- Se apaga la cerilla en el trayecto
4- Voy a la cocina y enciendo otra cerilla
5- Repito los procesos 2, 3, 4, 5... Así hasta que un atisbo de inteligencia me abofetea y descubro que sería más fácil si encendiera la cerilla al lado de la vela. Y entonces sí ¡oh sorpresa! consigo encender la vela
Y si sumamos el resto de mini desastres perpetrados por mí, resultó un milagro que la cena resultara incluso rica.

Orden y caos

En un día muy muy duro para mí (ya saben, por el cierre de mi negocio), al menos un niño consiguió arrancarme una sonrisa. Estábamos en plena faena, con toda la tienda como si la hubieran bombardeado,y un niño se asoma y nos dice:
- ¿Que estáis, desordenando?

The end

Bueno, al parecer, esto se acaba. Estoy a punto de terminar esta estapa de mi vida, esta aventura ¿empresarial? que duró tres años pero me hizo envejecer trece. Siento una mezcla de alivio y pena, y, pese a todos los razonamientos, me queda una sensación de fracaso, de que tal vez podría y debería haberme esforzado más, haber hecho algo distinto, resistir.´Aunque todavía no sé qué voy a hacer, he tomado esta decisión y espero que esta vez elija la salida buena. Y si así no fuera, seguro que esa puerta me llevaría a otra puerta, que me llevaría a otra, y esta a su vez a otra... y mientras voy de un lado a otro abriendo y cerrando puertas, como decía Camarón: "por el camino yo me entretengo".

Domingo: día oficial de descanso de los padres

Niño de unos cuatro años, sofocado por haber venido corriendo; me mira con cara expectante y le digo:
- Hola ¿qué querías?
- ¿Chuches?
- Bien, y ¿qué chuches?
- No lo sé
- ¿Gominolas, chupas, palomitas...?
- ¡No lo sé!
El niño ya tiene las lágrimas en los ojos.
- Bueno, tranquilo piénsatelo, no hay prisa
- Es que no lo sé
(...)
- Voy a decírselo a mi madre, a ver si ella sabe qué quiero
Y se marcha corriendo.
Al poco rato vuelve:
- ¿Ya sabes qué quieres?
- No lo sé
- ... ¡Ah! Pues vamos a ver ¿quieres estas chuches?
- No lo sé
Les ahorro el resto de los cinco minutos de conversación, pero creo que pueden imaginarla.
Al final le di un lolly-pop, pero , por su mirada, me dio la impresión de que el niño seguía sin saber si era eso lo que quería.

Empresa para tiempos de crisis

Y dedicado especialmente a mis amiguitos argentinos:

Piensen en que el conductor de este vehículo, cuando le pregunten a qué se dedica, puede decir: pues llevo una furgoneta del orto

Tunning tierno

Vean lo tiernamente tuneado que está este Seat León:

Frases sueltas

- ¿Tenéis postales de Navidad que no sean navideñas?

(...)

Niño de unos once años, a sus amigos:
- ¡El último que llegue a los cojones es un gallina!

Por cierto, este es el lugar al que tan finamente se refería el chaval:

Pensamientos profundos. O casi.

Este año, en tantos sentidos nefasto para mí, me ha dado sin embargo unas enseñanzas que no estoy segura de si sabré aprovechar.
He aprendido que el problema no es caerse, sino no saber levantarse, o hacerlo a destiempo.
Que el mundo va a girar igual, aunque yo me pare.
He vuelto a comprobar que si hay una salida equivocada, esa es la que eligiré, sin dudar.
También que mi proverbial mala memoria no funciona siempre: no consigo olvidar a quienes me han olvidado.
Que puedo echar de menos a Pepe, al que no he conocido (él no sabe que existo, naturalmente) pero del que incluso conservo una foto...
Que puedo perder la dignidad mil veces, que puedo matar mi orgullo otras mil más, pero sé que, a pesar de todo, en el fondo, sigo siendo una persona íntegra.
Y que si logro mantenerme en pie es porque tengo quien me sostiene, me alienta, me ayuda, incluso en el sentido material, y me quiere. Y la palabra gracias no consigue expresar lo que en realidad siento, pero que se sepa públicamente mi gratitud infinita. Por todo.
Y, finalmente, sabiendo todo lo que ahora sé, habiendo llorado todo lo que lloré (y las lágrimas que me quedan...) no me arrepiento. A veces me gustaría hacerlo, pero no me arrepiento en absoluto. Porque sé que esta persona quejica, timorata, triste e infeliz que ahora soy tuvo sus momentitos. Y, si Dios quiere, volverá a tenerlos.

El arte de titular

Leo en Las Provincias el siguiente enérgico titular: San Antonio de Benagéber exige estar en la comisión que investiga el ruido del aeropuerto. Y es que hasta la archiconocida paciencia de los santos tiene un límite.

¡Milagro milagroso!

Ayer, por primera vez desde que estoy en este chiringuito, vi a un niño con ¡un libro!. Y no era ni la guía de trucos del Grand Theft Auto, ni la biografía oficial de los Jonas Brothers, ni el álbum de fotos de Smackdown, sino un libro con sus letritas, gordito y con una página debidamente señalada para seguir la lectura. Todavía hay esperanza para la humanidad.

Fotoshock

Hoy he visto una foto vieja y he vuelto a sentir la misma profunda vergüenza que me aplastó en aquel momento. En ella se ve a una pareja de novios y, justo detrás estoy yo, de niña de arras. Dirán que eso no es nada vergonzoso, incluso es posible que alguno de ustedes, en su tierna infancia, haya ejercido con orgullo ese cargo. El problema es que yo tenía unos 11 añitos, y era bastante alta para mis años, y demasiado gorda para cualquier edad. Además, inexplicablemente mi madre había consentido que fuera vestida de semi-sport, y no perfectamente endomingada como correspondería a una ceremonia de ese nivel.
La boda se celebró en el pueblo de mi madre que tenía un párroco peculiar, por decirlo de una manera suave. Los novios ya no eran unos jovencitos así que fueron a lo práctico y se presentaron ellos, los padrinos e invitados, pero al cura no le debió de parecer bastante así que paró la boda y después de mirar a un lado y a otro, se dirigió a los asientos de los fieles. En realidad, se vino directamente a mí. Yo miraba a mi madre sin entender nada y ella, horrorizada por lo que intuía, me hizo un gesto de ánimo, mientras mi hermana optaba por mirar hacia otro lado, como si toda la iglesia no supiera que era de mi propia sangre... Y allí me vi, sola, delante de todo el pueblo, cobardemente abandonada por mi familia, con una bandeja c en mis temblorosas manos. El resto es historia.
El caso es que yo pasé el mal trago pero, después de todo, crecí, maduré y superé ese trauma que, me gusta creer, ayudó a hacerme más fuerte. Pero no dejo de pensar en esa pobre pareja que tuvo que pasarse la vida explicando, cada vez que enseñaba su álbum: Aquí estamos nosotros, aquí nuestros padrinos, y esa gordita rubia del abrigo de cuadros es la niña de arras que nos colocó el cura.

Medias tintas

Un señor, a punto de pagar un periódico:
-¿Esto está entero, verdad?
Me quedaron ganas de contestar:
- No, la verdad es que recorto palabras para mandar anónimos

Izquierdas, derechas y demás conceptos relativos

- ¿Una administración de lotería, por favor?
- Según salen, a la izquierda
- Así que salimos y vamos a la derecha...
- No, no, salen y van a su izquierda...
- O sea, que salimos y seguimos enfrente y...
- No, van a la izquierda, hacia allí, donde señala mi mano
- Ah, vale, gracias.
Y, naturalmente, se van tan contentos hacia la derecha.

Des-propósitos

Toda una vida de pequeñísimas batallas cotidianas con Los Otros me lleva a declarar lo siguiente: No quiero discutir con nadie. No quiero hacerme comprender. No quiero que reconozcan mis argumentos. No quiero ganar la pelea. No quiero perder la razón.

El regalo

Por su cumpleaños quería regalarle algo especial y después de mucho pensar decidió darle su corazón. Así que se lo arrancó, lo puso en una cajita y la ató con un lazo de seda rojo sangre. Allí, delante de su casa, se la entregó con todo su cariño; él la recibió con una mezcla de sorpresa y azoramiento, como un niño pequeño al que regalasen una bicicleta inesperada. La hizo pasar, y se fue a buscar copas y  champán para celebrarlo.  
Ella sentía una sensación extraña que atribuyó al hecho de que le faltaba una parte esencial de su ser,pero al tiempo pensaba que ese hueco demasiado grande debería haberlo ocupado el amor de él. Para calmar su ansiedad paseó nerviosamente por la casa, abriendo y cerrando puertas casi sin fijarse. Hasta que llegó a una habítación que inmediatamente llamó su atención: todas las paredes estaban revestidas de estanterías hasta el techo, llenas de cajas, botes de cristal, bolsas de papel...  cuando se acercó comprobó con horror que contenían corazones, todos rotos. Y en el suelo, descuidada junto a otro montón, estaba su cajita, que tan primorosamente había envuelto, y su corazón ya casi seco.
Cayó fulminada encima del paquete, rompiéndolo en mil pedazos. Él, con las copas en la mano, la descubrió tirada en el suelo. La cogió con delicadeza, la recostó en el sofá y llamó a las asistencias, que no pudieron hacer nada: ataque cardíaco, dijeron. En la cubitera, el champán todavía estaba un poco frío cuando se llevaron su cuerpo.

Enseñando al que no sabe

Cortesía de mi amiga María, vean como en Portugal hacen de la necesidad virtud e intentan profesionalizar una vocación:

Sábado tarde

Tres niños de unos tres años y dos mamás vienen a comprar globos. Uno de ellos se acerca a su madre, y con voz quejosa dice:
- Mamá, ¡me sudan los pantalones!
Mientras tanto, una de sus amiguitas lloriquea:
- ¿Y si me explota el globlo?
Su madre trata de animarla:
- No va a explotar, ya lo verás
- Pero ¿y si lo hace?
- Que no, que no va a explotar
Ya con lágrimas en los ojos repite una vez más:
- Pero ¿y si lo hace?
Su madre pacientemente le insiste:
- No va a explotar, te lo digo yo.
Y de pronto la niña, con voz decidida y nada llorosa dice:
- Pues lo voy a pinchar

Los locos y los niños siempre dicen la verdad ¡lo juro!

Una madre le dice a sus hijos, de unos 3 y 4 años:
- Hala, dadle las bolsitas a la señora para que os las pese.
El niño me mira y le dice muy serio a la madre:
- Mamá, no es una señora, que es una chica.
Naturalmente, ese niño tan simpático se ganó un globito por su objetividad.

El día en que me morí

Era un día de finales de septiembre, sorprendentemente caluroso. Habíamos comprado un ordenador para el trabajo y, como la tienda estaba de camino a mi casa, salí antes para ir a buscarlo. Ya estaba casi en la esquina de mi edificio, deseando llegar, sudorosa después de un trayecto de subida de casi 45 minutos cargando con un ordenador llamado portátil pero que pesaba como un condenado. De repente sentí un fortísimo dolor en el pecho, una especie de fogonazo tan intenso que me hizo pensar: así que esto es morirse. Pero no vi el túnel, ni la luz al final, ni demonitos que me esperaban tridentes en ristre, ni, por supuesto, angelotes revoloteando a mi alrededor; sólo gente mirando indignada hacia arriba. Y es que alguien estaba tirando cosas a la calle, y a mí alcanzó un cochecito de metal.
Esta experiencia que a punto estuvo de ser mística y se quedó en ridícula, si bien no dio más sentido a mi vida al menos me aportó el dudoso honor de ser una de las pocas personas a la que le cayó un autobús encima y vive para contarlo. Y tan campante, oiga.

Angelitas

Una niña de unos quince años le dice a otra, en tono contrariado:
- Me cae mal, va de golfa y no lo es.

Rimas y leyendas

La primera vez nadie le prestó demasiada atención. Había sucedido en una biblioteca de una pequeña localidad, así que sólo el periódico local recogió la noticia. Sin dedicarle excesivo espacio, contaba como había aparecido un libro destrozado de una forma que la biblitecaria definió como "si alguien hubiese mordido las hojas". La siguiente vez ya hubo una cobertura nacional: ocurrió en una gran biblioteca y a la policía no le quedó más remedio que investigar con más detenimiento. Y cuando volvió a pasar, esta vez en una librería de renombre, sí se pudieron ir sacando conclusiones: en todos los casos se trataban de libros de Bécquer, y aunque uno de ellos era un ejemplar de Obras Completas, todos las hojas arrancadas eran parte de las Rimas. Así que los periodistas, siempre ávidos de titulares, empezaron a llamarlo el Asesino de Rimas.
Y el Asesino de Rimas empezó a actuar prácticamente todos los días, a veces tres o cuatros veces en el mismo día y en lugares alejados entre sí, porque al original le salieron copias, iluminados, psicópatas en vísperas y principalmente gamberros. Sin embargo, el auténtico seguía un patrón, algo que sólo sabían los policías que lo investigaban, y es que siempre eran las mismas o casi las afectadas: la Rima XXXI, que aparecía completamente destrozada,la XXIII, con mordeduras paciales y marcas periféricas de lo que se suponían lágrimas; y mordeduras grandes desde la rima XXXV hasta la XXXIX y la rima LXXXI llena de mordeduras, lágrimas y arañazos.
La psicosis que se extendió entre la gente hizo que leer a Bécquer se convirtiera en un deporte de riesgo, pues cualquiera que comprase o preguntase por él entraba en una base de datos, y sus antecedentes eran cuidadosamente estudiados, Pero el morbo era superior al peligro, así que las Rimas pasaron a ser un best seller, para gran desesperación y enfado de todos los poetas modernos, que creían muerta y enterrada esa poesía trasnochada. Precisamente por eso, las investigaciones se dirigieron hacia poetas rencorosos, y la verdad es que se vieron desbordados por el gran número de ellos.
Pero a pesar de toda el despliegue de medios, sólo se debió a la casualidad la resolución del caso. Una noche, en un bar, un camarero que le servía una copa a una mujer muy atractiva vio que llevaba pegado un pequeño trozo de papel al antebrazo; en ese papel consiguió leer:
Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón

Cuando la detuvo la policía, la única explicación que dio la mujer fue: "No tengo alma, necesitaba una".