El regalo

Por su cumpleaños quería regalarle algo especial y después de mucho pensar decidió darle su corazón. Así que se lo arrancó, lo puso en una cajita y la ató con un lazo de seda rojo sangre. Allí, delante de su casa, se la entregó con todo su cariño; él la recibió con una mezcla de sorpresa y azoramiento, como un niño pequeño al que regalasen una bicicleta inesperada. La hizo pasar, y se fue a buscar copas y  champán para celebrarlo.  
Ella sentía una sensación extraña que atribuyó al hecho de que le faltaba una parte esencial de su ser,pero al tiempo pensaba que ese hueco demasiado grande debería haberlo ocupado el amor de él. Para calmar su ansiedad paseó nerviosamente por la casa, abriendo y cerrando puertas casi sin fijarse. Hasta que llegó a una habítación que inmediatamente llamó su atención: todas las paredes estaban revestidas de estanterías hasta el techo, llenas de cajas, botes de cristal, bolsas de papel...  cuando se acercó comprobó con horror que contenían corazones, todos rotos. Y en el suelo, descuidada junto a otro montón, estaba su cajita, que tan primorosamente había envuelto, y su corazón ya casi seco.
Cayó fulminada encima del paquete, rompiéndolo en mil pedazos. Él, con las copas en la mano, la descubrió tirada en el suelo. La cogió con delicadeza, la recostó en el sofá y llamó a las asistencias, que no pudieron hacer nada: ataque cardíaco, dijeron. En la cubitera, el champán todavía estaba un poco frío cuando se llevaron su cuerpo.