Grandes descubrimientos

He leído en el Semanal, en un artículo firmado por Berta Simón, que ¡cuatro! universidades británicas han realizado un estudio en el que han llegado a la pasmosa conclusión de que las mujeres con un cociente de inteligencia elevado tienen más dificultades para casarse. En cambio, en le caso de los hombres ocurre lo contrario. Para ellos, la probabilidad de contraer matrimonio crece un 35 por ciento por cada aumento de 16 puntos en el cociente intelectual. A las mujeres más listas, en cambio, esos 16 puntos de más les suponen un 40 por ciento en contra a la hora de pasar por el altar (...) Las causas pueden ser de dos tipos. Por un lado, "las mujeres en la treintena avanzada y con una carrera profesional y una buena situación económica encuentran que los hombres poco listos no son interlocutores interesantes", según afirma Paul Brown, psicólogo y profesor de la Universidad de Nottingham. Por otro, las cifras son claras. Como explica la escritora Claire Rayner: "Un hombre con alto cociente intelectual casi siempre preferirá una esposa estilo tradicional; que se ocupe de su hogar y que, en resumen, no le plantee problemas".
Supongo que tan sorprendentes declaraciones, por su audacia y novedad, causarán sensación entre la comunidad científica, y desde ya pido el premio Nobel para tan distinguidos intelectuales.

Ecos de sociedad

Desde las frías tierras de Escocia nos llega la feliz noticia del nacimiento del hijo de los insignes Sres. Juan Carlos y Beatriz. Por tan dichoso motivo, los generosos padres invitarán a una ronda a todos los parroquianos de los bares de St. Andrews y alrededores, lo cual sin duda será motivo de gran regocijo.
Felicitamos a toda la familia, especialmente a Nerea, a quien imaginamos se le caerá la baba con su nuevo hermanito.

Metafísica pura

Cuando me miro al espejo, no puedo evitar preguntarme quién es esa persona que me mira desde el otro lado. Y lo mismo me ocurre cuando veo fugazmente mi reflejo en un escaparate: doy un respingo cada vez, porque no me reconozco pero ¡es alguien tan familiar... !
Pero sobre todo me intriga mi cara: ¿es realmente la que me corresponde? Es decir ¿es, como dicen, el reflejo de mi alma, o a mí me tocó la que sobraba? Porque además, mi cara es extraña (tranquilos, niños, no huyáis, no es tan extraña, no en ese sentido), no se parece demasiado a la de ninguno de mis parientes. Y ha cambiado mucho, especialmente en estos últimos años, con lo cual me pregunto ¿este cambio estaba previsto, o he hecho algo que haya modificado su evolución natural? ¿Yo soy yo o mi reflejo? ¿Debería cambiar mi medicación? ¿O lo que me ocurre es que salgo poco?

De poeta y de loco todos tenemos un poco

Confieso que me he enganchado al zapping, pero con los blogs. Y he confirmado la teoría de que todos necesitamos, deseamos, exigimos y mendigamos nuestros 15 minutos de fama. En realidad, la mayoría nos conformaríamos con 5 minutos, y no es preciso que sea fama, nos basta con que no nos ignoren en nuestra casa. Creo que los blogs se hacen con ese objetivo, para que nos vean y vernos nosotros mismos. Y allí nos retratamos como somos: poetas, locos, voyeurs, exhibicionistas, travestidos, cursis, infantiles, presumidos, pedantes, sinceros y mentirosos, locuaces y concisos, en definitiva, diversos e iguales, de norte a sur y de este a oeste.

La llave del paraíso

Después de años de ardua investigación, de sufrir y padecer buscando la verdadera felicidad, al fin puedo decir que la he encontrado: tengo el honor de decir que el mayor placer que hay sobre la tierra es sacarse los zapatos que te lastiman . Sé que hay gente que tiene otras propuestas; he oído muchas veces alabar las bondades de apagar el extractor de humos cuando llevas unos minutos padeciéndolo, y otros también comentan que el placer que se siente cuando un coche por fin avanza libremente después de un gran atasco es sublime, pero yo considero que el mío es insuperable. Y si no hagan la prueba, pongan una piedrecita en un zapato y anden unos metros. Cuando saquen la chinita, sabrán lo que es la gloria.

Celtiberia show

Este sigue siendo un lugar muy curioso, la prueba está en este artículo publicado en La Voz de Galicia http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/noticia.jsp?CAT=127&TEXTO=3364736&txtDia=13&txtMes=1&txtAnho=2005

¡Quiero mis juguetes!

Al borde de los 40, y con todo esto de los Reyes, me acordé de aquellos juguetes que tanto tiempo me hicieron perder- ganar, esos que fueron desapareciendo de mi vida misteriosamente, y a los que a veces añoro como a los antiguos amigos que nunca volví a ver. Echo de menos las tardes que pasé jugando al bate-bate(creo que aquí se llamaba algo así como las bolas locas), que era una cuerda con una bola de plástico a cada extremo, y la diversión consistía en golpear una contra otra hasta que te quitabas un ojo o tus padres se volvían locos con el ruido. También estaba el spirograph que me fascinaba porque, a pesar de mi nulo talento artístico, salían unos dibujos muy chulos y futuristas (en aquella época teníamos una idea un poco naif de lo que iba a ser el futuro). Y un pinball, no eléctrico, ni siquiera mecánico, sino que los mandos se accionaban por medio de unas ruedecitas,y que una vez hubo que esconder pues los obreros que hacian unos arreglos en la casa se pasaban el dia jugando en lugar de trabajar. Y el juego de química que dejó imborrables recuerdos y manchas en ropa y muebles. O el yo-yo Russell con la propaganda de Fanta o Coca-Cola. Y el juego de bolsillo Geyper,al que había que darle cuerda y tú ibas esquivando unos coches; era una especie de antepasado de la Game Boy. Ya mayorcita (en realidad, estaba ya en la facultad) me compré uno de aquellos primeros juegos electrónicos, esos que tenían dos botoncitos y había que esquivar peligros: tanto lo usamos mi compañeras de piso y yo que le gastamos el circuito del mando.
Hoy me encuentro rodeada de consolas, ordenadores, todo tipo de diversión electrónica, pero la niña que hay en mí sigue buscando aquellos estúpidos y entrañables juguetes.

A los anónimos del mundo

Este es un mensaje de aliento a los tímidos. Sí, ya sé que da miedo salir a la calle, que a veces es mejor ver sin ser visto, lo de I'm a rock, I'm an island y todo ese rollo. Pero yo (sí, yo ¿no es gracioso?) te animo a salir de tu cascarón, a vivir la vida, loca si es posilble, te animo a compartir, a descubrir que te rodean seres humanos que están deseando tender una mano amiga y compartir una sonrisa con sus semejantes
En definitiva, te digo a ti, oh anónimo, ¡que digas quién eres, leche! Ya me complico yo suficientemente la vida como para jugar a las adivinanzas de a ver quén me mandó ese dichoso comentario. Aunque sé muy bien quién eres y dónde vives, que conste.

Y sí, yo también tengo propósitos para el año nuevo

Si todo el mundo hace lista de propósitos, yo también quiero. Y hasta es posible que consiga algo, aunque llevo años deseando más o menos lo mismo. Porque lo que yo quiero en este año es:
- Dormir
- Despertar
- No ocuparme en pre-ocuparme, al menos no tanto
- Descubrir cómo se abre un blister
- Aprender algún idioma (el mío, por ejemplo)
- Cantar sin avergonzar a nadie
- Aprender a bailar. A patinar. A correr. En realidad, me conformaria con saber andar correctamente
- Callarme a tiempo
- Hablar a tiempo
- Recuperar mi sentido del humor
- Otro cuerpo. Otra mente. Un corazón