Tatuaje

Un hombre enamorado puede llegar a realizar las cosas más sublimes, pero también las más ridículas. Y la que él hizo fue de estas últimas: para demostrarle su amor se hizo un tatuaje, a pesar de que siempre había dicho que le horrorizaban. Pero después de una noche de amor febril, todavía embriagado de felicidad,pensó que tenía que guardar ese día para siempre. Y lo mejor que se le ocurrió fue hacerse grabar un corazón a tamaño natural, sobre el mismo lugar que ocupa el real. Le explicó su idea al tatuador, y este en seguida hizo un boceto que le gustó, un dibujo realista,con sus venas y arterias, de un rojo intenso, envuelto en una banda azul con la fecha de aquel día tan especial, y atravesado por una flecha formada por el nombre de ella.
Se arrepintió al primer pinchazo, tanto que a punto estuvo de salir corriendo. Por dignidad no lo hizo, y aguantó horas el dolor, intentando portarse como un hombre y no llorar. Cuando por fin terminó todo estaba al borde del shock, así que prácticamente no miró como había quedado: le dijo que le encantaba , pagó la pequeña fortuna que le cobró y se fue a dormir después de tomar dos aspirinas y un whisky, él que nunca bebía. Durmió 18 horas, inquieto y dolorido, y soñó que le daba un infarto y que los médicos intentaban curarle poniéndole las pinzas de una batería de coche en los pezones
Se despertó y todavía aturdido fue a mirarse con detenimiento en el espejo, y tuvo que reconocer que aquello era una obra de arte, pero demasiado grande, demasiado brillante. Y cuando con gran vergüenza, se lo mostró a ella, la vio dar un respingo casi impercetible, como una especie de movimiento de huída, aunquer al instante reaccionó y le dijo que era precioso, y le besó tan dulcemente que él decidió que, definitivamente, había sido una buena idea, después de todo.
Pero un amor tan apasionado no dura eternamente,porque su intensidad es devastadora. Después de un tiempo, cuando él se convenció de que ella no iba a volver, empezó a molestarle llevar aquel recuerdo cruel en la piel. Y pagó otra fortuna, y pasó por otro pequeño calvario para borrar con láser su corazón de tinta. Le quedó una zona roja y ligeramente arrugada por el pecho, de buen tamaño, que él se tomó como un aviso del peligro de enamorarse estúpidamente, así que sus relaciones pasaron a ser rápidas y superficiales, para evitar que le arañaran en lo más mínimo.
Y todo iba bien, más que bien pensaba él, hasta que empezó a soñar con ella. La primera noche fue un sueño corto y ella era casi un personaje secundario. Aun así, cuando se levantó se sintió extraño, y cuando se estaba afeitando se fijó en que en la zona del pecho se notaba una ligerísima sombra en el lugar donde había estado el tatuaje. Se dijo que estaba desvariando y no le dio más importancia. Unos días más tarde ella volvió a sus sueños, esta vez como protagonista absoluta, en todo su esplendor y él se despertó sobresaltado sintiendo una presión intensa en el pecho. Se fue a mirar en el espejo, y ahí estaba, otra vez, el antiguo tatuaje, brillante y enorme, las letras de la flecha más nítidas incluso que antes. Volvió al médico que se lo había borrado, y este no daba crédito. Le dieron más láser(más dolor, aunque al menos esta vez no le cobraron tanto), y el pecho se quedó más arrugado y enrojecido que de la otra vez, pero otra vez sin dibujo.
Las semanas pasaron y todo fue bien, el corazón no apareció y él se tranquilizó, aunque para evitar problemas todas las noches se tomaba un somnífero muy fuerte, y así evitaba soñar. Volvió a sus noches de ligue, a las mujeres desechables, y su vida era tranquila, perfecta. Hasta que, naturalmente, ella volvió en sus sueños. Y volvió cuando él estaba durmiendo en la cama de una chica que había conocido esa mismo noche; la pobre se puso a gritar cuando se despertó deslumbrada por un enorme resplandor que salía del cuerpo de aquel hombre. Él se asustó también al ver retirar las sábanas y ver su tatuaje tan encendido, como si a su corazón verdadero lo hubieran iluminado por dentro.
A partir de ese día, ya no pudo librarse de él. Le dieron más sesiones de láser hasta que dijeron que era imposible dar más sin causar daños irreversibles. Pensó en hacerse un injerto de piel, pero tendrían que sacársela de los dos muslos y tampoco estaban seguros de que no se viera igualmente a través de la piel nueva. Para evitar que su resplandor traspasara su ropa, se tuvo que agenciar una especie de chaleco antibalas, discreto pero incómodo y difícilmente explicable en un momento íntimo. Sus devaneos fueron a menos, y, llegado el caso, una vez cumplido el deber, emprendía una prudente huída para evitar dar explicaciones de aquel fenómeno extraño. Tomaba valium como si fuera agua para evitar soñar con ella, pues así el resplandor se mitigaba un poco y a veces incluso podía ir sin el chaleco. Pero la mayoría de las veces ella se colaba en sus sueños y hacía brillar su corazón.
Hasta que una noche , de repente, sintió un fortísimo dolor en el pecho. Se levantó angustiado, pensando en que le estaba dando un ataque,y cogió el teléfono para llamar a urgencias, pero cuando inclinó la cabeza vio que el tatuaje se había cuarteado y los colores diluído. Con el teléfono en la mano, los números a medio marcar, se quedó mirando desvastado aquellas manchas tenues; así supo que ella había muerto, o, peor aún, que lo había olvidado.