Noche de Reyes

Eran ya las once cuando Belén por fin pudo cerrar la peluquería. Todavía se veía alguna gente en las tiendas, por la calle, acarreando bolsas presurosos, más agobiados que felices, haciendo cálculos mentales acerca de los regalos que faltaban, quién se le estaba olvidando y qué podrían comprarles. Belén no tenía ese problema, así que se dirigió a la parada del autobús y se sentó, al borde del desmayo. Le dolían los pies, la espalda, la cabeza le estallaba y las varices parecían a punto de reventar; tenía 50 años, toda una vida de trabajo y un cansancio y una soledad infinitas. Y esa noche, con la sien apoyada en la marquesina, sentía que no podía más.
Había seis o siete personas más esperando el autobús, y todos parecían sentir más o menos lo mismo que ella. Se preguntó por qué alguna gente venía al mundo, y miró instintivamente al cielo. Y de pronto vio una luz brillante, la más brillante que había visto nunca que efectuó una rápida y limpia parábola y se dirigió directamente hacia ella. Le alcanzó en el centro del pecho e hizo que cayera fulminada en la acera. Los otros pasajeros, horrorizados, tardaron unos segundos en reaccionar, y ella se quedó un instante ajena a todo, sólo sintiendo como el resplandor recorría su cuerpo y se incrustaba en todas y cada una de sus células. Se sintió bien, se sintió fantásticamente bien, y se levantó de un salto para asombro de las personas que la rodeaban.Sonrió alegremente a todos, les aseguró mil veces que no necesitaba un médico, y se subió al autobús llena de una fuerza que probablemente nunca llegó a tener.
Una vez en su casa, se miró al espejo y comprobó que su piel resplandecía como el oro.Sus marcas de cansancio y la mayoría de sus arrugas se habían borrado y se dio cuenta de que por primera vez en muchos años no sentía ningún tipo de dolor. Buscó la botella de vino que había guardado cuando todavía pensaba que el futuro traería motivos para celebrar y se sirvió una copa. La bebió a pequeños sorbos en el alféizar de la ventana, mirando con esperanza hacia el cielo, hasta que de pronto la volvió a ver: era ella, su estrella, la estrella de Belén, así que comprendió que, finalmente, le había llegado la hora de alcanzarla.

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    # by Abe - 11:51 a. m.

    Espero que esa estrella solo la llenara de esperanza y no se la llevara. Muy bonito Alvex, espero que te traigan muchas cosas los Reyes :-). Besos

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    # by Alvex - 5:03 p. m.

    Esperemos que hay sido así. Y en cuanto a los Reyes, se ve que he sido un poco buena, porque no ha estado mal. Yo también espero que hayas recibido muuuuchos regalos.
    Besos.