¡Qué grande es ser Alvex!

Ayer pasé unos momentos complicados cuando traté de cerrar la puerta del coche con un brazo estando el otro (tengo dos, por si se lo preguntan)todavía dentro del habitáculo; en el último momento un rapto de lucidez me hizo sacarlo, cuando ya la puerta rozaba mi piel. Sólo por pasar ratitos como esos merece la pena andar en mis zapatos, ¿no les parece?