Molestos insistentes, insistentes molestos


Después de leer esta noticia, me vino a la memoria una anécdota que leí hace un tiempo. Corrían los tiempos de Manuel II, el último rey portugués, y estaba a punto de recibir al embajador español, quien, para desazón del ayuda de cámara, se llamaba Raúl Porras y Porras; "porra" en portugués se utiliza para nombrar el órgano sexual masculino, y el pobre hombre no sabía como presentarlo. Cuando por fin se atreve, se produce un silencio en la sala, que el rey rompe con esta frase genial: "o que molesta é a insistência".